Rafael Vásquez (1930-2020): Poetas en Generación Abierta (12)
Donde se habla de paz
“Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y de aquí a poco será quince veces más largo que el Muro de Berlín”
Eduardo Galeano
Muros.
Albañiles que apilan las piedras y el silencio.
Otra vez la receta que no sirve.
Muros.
Clausuran los caminos y la vida
que todavía pretende
saber de amaneceres y de ocasos.
La simple vida diaria sin misterio
en una tierra antigua pero ajena.
Las fronteras
valen para los mapas que están lejos.
Los muros las inventan o las tuercen,
son una negación de la alegría.
Cuándo nos mostrarán que las palabras
-que no son inocentes-
tienen más consistencia que los muros.
Que una simple palabra que se escapa
cada vez más en nuestro mundo absurdo
sirve para empezar la nueva historia.
Donde se habla de paz pierde la guerra.
El perro perdido
El perro de mi hija
corre bajo el suburbio de una noche de enero,
cruza campos ajenos, montoncitos de escombros,
calles que nadie encuentra, ni nombra, ni conoce.
Bajo estrellas inútiles y un acoso de ruidos
por donde la pobreza suele sentirse viva,
en medio del festejo del año que inaugura
su reiterado estruendo,
pobre animal sin sombra del color de la noche
va sin rumbo ni techo, prisionero del miedo,
el perro de mi hija.
No puedo ver sus ojos
ni tampoco los de ella
ni adivinar el cauce de su llanto imparable.
Sé que no habrá medida para esta simple pérdida,
frecuente travesura del azar suburbano,
porque de un solo golpe todo el dolor del mundo
bajará desvalido con su muda injusticia
-que no podré apartarle-
sobre su corazón.
Café Montserrat
a Luis Raúl Calvo, Amadeo Gravino y Julio Bepré
Tus paredes se asombran con cuadros diferentes
y el color te interroga su pregunta más nueva.
Debajo está el ladrillo.
Y en un rincón los adoquines grises.
Las mesas guardan ecos de palabras y trazos
con que nos dedicamos historias y recuerdos
mientras nos anochece con el café y el vino.
Pero todo está vivo.
Como el tango que dice la guitarra de Pako
mientras su canto entona los versos que sabemos.
La costumbre del aire que se respira sabe
despertar otros versos, los que enciende el poema.
¿Dónde quedan los ecos que atesora la vida
para volver con ganas? ¿Dónde guardás las sombras?
Marcos te dio una noche su bendición agnóstica
cuando te impuso cátedra del café que nos guarda.
Y los amigos saben dónde está cada silla,
cada libro despierto, cada encuentro sin cita.
Tus paredes se ensanchan cada vez que nos vemos.
A Roberto Santoro
Poeta y amigo.
Secuestrado el 1 de junio de 1977.
Desaparecido.
Nadie escucha tu voz. Sólo perdura
lo que dijiste de la vida entonces,
cuando hablabas con todos: tu poesía.
Hoy eres el amigo que nos falta,
del que no dan razón,
ni una disculpa,
ni un rastro donde estuvo,
ni una noche
que se tragó en silencio hasta tu nombre.
Ni siquiera una cifra de expediente,
de proceso, de causa sin motivo,
un número desnudo, hueco, absurdo
que pudiera engrillarte la estatura.
Este es el laberinto y los caminos
no nos conducen a ninguna parte:
tu ciudad, el país, tus generosas
pedradas del amor que no se olvida.
Tu madre me avergüenza porque espera
tu regreso imposible.
Yo no sueño.
La epidemia
Y el mundo enloqueció.
Suprimidos los besos, los abrazos,
el apretón de manos,
ya no quedó el saludo,
la charla sin horario en el café,
la muestra del poema.
Hubo una desconfianza geográfica de voces,
horarios sin sentido,
consejos, advertencias
y una sombra del miedo.
La vejez encerrada tras la ventana abierta
para atrapar al sol en su paso cortísimo.
La puerta, una olvidada maravilla perdida.
Algo hay que sobrevuela la ciudad que cambiamos:
todo parece lejos.
Y el tiempo es una duda que sugiere contarse
con otra cuenta extraña casi desconocida.
La ausencia es sólo un eco del canto de sirenas
que atormentara a Ulises.
Cuándo es una palabra que el idioma ha extraviado.
Rafael Vásquez: Nació en Buenos Aires en 1930, falleció en 2020. En los años 60 integró el grupo “Barrilete” y compartió la dirección de la revista del mismo nombre. También compartió la grabación de un disco con poemas leídos por sus autores y música de la ciudad, “Buenos Aires vuelta y vuelta” (1966). Entre 1982 y 1986, con otros poetas, formó el “Grupo de los Siete” que editó varios cuadernillos de poesía.
Obra publicada: “La verdad al viento” (1962), “Apuesta diaria” (1964), “La vida y los fantasmas” (1968), “La piel y la alegría” (1973), “Hay sol en Buenos Aires” (1975), “Cercos de la memoria” (1992), “Este sitio sin paz de la memoria” (2007), “Pequeñas muertes, provisorios olvidos” (2016). Además, un cuadernillo editado por la Secretaría de Educación del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Rafael Vásquez-Ciclo de Poetas del 60 (2003); “Aproximación bio-bibliográfica sobre el poeta desaparecido Roberto Jorge Santoro”, con un apéndice documental y una selección de su poesía.
Recibió el Tercer Premio “Evaristo Carriego” del Consejo del Escritor (1962); la Faja de Honor de la SADE (1964); Mención en el Concurso Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires, poesía édita, bienio 1992/1993 (1998); Premio “Esteban Echeverría” 2019, otorgado por “Gente de Letras”. Fue incluído en once antologías editadas en el país y una en el Paraguay. .