“El Fogón”
Por KELLY GAVINOSER
El fogón reenciende en abanico la varita mágica de la reminiscencia. El mismo telurismo ancestral redivivo hoy en mi renovado contacto con los cuentos narrados junto a él- que me trasmitiera mi padre “gringo” pero aquerenciado a la tierra cuando muy niña recreaba ante mis ojos y oídos y con la misma calidez, pero falto de un lenguaje situacional, instancias casi idénticas..
¿Son vivencias del mismo surco, o la tierra y los hombres se contactan hermanados por el mismo cielo? ¿Son los pájaros símbolos del secreto arcano? ¿Casual o causal que en un recuerdo aleteen los mismos tordos, chingolos y jilgueros?
Puede que hondamente, volar signifique romper las barreras temporales y espaciales que nos alejan de la “essentia”, eterna dimensión.
Los ochenta años de mi padre vuelven a ser el puente circunstancial confirmador del verismo del relato. Desfilan simultáneamente, con disímil indumentaria verbal, pares secuencias. Se ordenan desde casi una misma apertura, para desembocar en idéntico cierre.
Siempre el alba
ignara y ausente
………de mi alma porteña
abriendo y cerrando paréntesis,
insertando entre ellos
para mi asombro ciudadano,
un cúmulo de experiencias
hijas de la tierra.
El fogón.
Cuánto de oculto
……….y contenido símbolo:
Viejos cansancios
reanimaron sus llamas.
Manos frías y yertas
tornaron a ser expresivas.
Corazones yermos
unieron sus tristezas
……….y sus ansias
y durmieron a su lado
su borrachera
de vino y de ensueños.
Una telaraña de ayeres alterna el vivo relato con coloridos insertos descriptivos, matizados jugosamente con chispeantes regionalismos pueblerinos puestos en boca de circunstantes sin nombre: “Los que inventaron el mate se cansaron de sorber el aire de los sueños en los cansados atardeceres calientes y secos y dejaron secar las calabazas al sol. Una pajita distraída se hundió en sus cavernas y el agua yerbeada fue absorbida por las entrañas humanas.
El paisano se yergue delante de su sombra y un aire de payada atraviesa la rojiza penumbra chinesca, como perfil objetivo de la profunda inteligencia del que vive comprendiendo el lenguaje de la tierra y siente toda la hondura de los conflictos humanos.
Entre las llamas, la sombra bienamada de mi padre vibra en la sombra de don Segundo.