Quinquela Martín (1890-1977)
En 1990 se cumplieron 100 años de su nacimiento
Por Luis Raúl Calvo
Quinquela Martín fue mucho más que un buen ser humano. Esto va dirigido a aquellos que aún hoy, bajo una sonrisa irónica sostienen estas palabras como intentando desvalorizar al Quinquela pintor.
Siendo un profano en dicha materia, siempre me llamó la atención el menoscabo de la mayoría de quienes están vinculados a la plástica en nuestro país (desde los estudiantes de Bellas Artes hasta los profesores y críticos de dicha especialidad) sobre uno de nuestros grandes mitos.
Reconocido admirado en nuestro país por las grandes masas populares, valorado por críticos del exterior, entre ellos James B. Mason quien en 1930 escribió para el diario “La Nación” lo siguiente: “El único pintor moderno susceptible de comparación con Quinquela Martín es Vincent Van Gogh. Hay entre ellos un parentesco espiritual. Van Gogh, torturado por una conciencia demasiado intensa de la calidad de su vida, encontró alivio en la expresión de su emoción en el lienzo. Pero la obra de Van Gogh es más general y menos especializada, nunca probablemente, experimentó una emoción tan profunda por un aspecto aislado de la vida -a menos quizás en sus primeros años de incertidumbre entre los mineros del Borinage- como la que abriga Quinquela por sus amados docks de Buenos Aires… Aún cuando tales motivos deben haber sido grabados a fuego en la estructura de su naturaleza íntima y debieron evocar en el artista, sin duda, asociaciones de sufrimiento y de trabajo, no constituyen para él sujetos de terror sino fuerzas maravillosas de creación… Su dibujo es poderoso e inevitable” (del artículo publicado por Rafael Squirru en el diario “La Nación” el 3/6/90, QUINQUELA MARTIN: ARTE PARA UNA NUEVA CONCIENCIA), Quinquela Martín “es el pintor argentino con más obra en museos y colecciones oficiales y privadas del mundo entero…” (del libro “Meditación en torno de la vida y obra de un argentino” de Enrique Gené).
Las grandes mayorías no siempre tienen la razón -la historia ha dado pruebas de ello-, los críticos, en muchas ocasiones se han equivocado, pero si la obra de un artista permanece expuesta durante tantos años en los museos y galerías de arte de todo el mundo es porque algún valor ha de tener.
Es cierto, Quinquela fue diferente a los demás. Él no se dejó seducir por las corrientes renovadoras que venían de Europa. Pero, ¿por qué tendría que haberlo hecho?, ¿O es que acaso el artista debe seguir inexorablemente el rumbo de la moda de turno?
La rigidez conceptual de estos seudo intelectuales carentes de toda personalidad no representó un obstáculo para que Quinquela Martín desarrollase una de las obras más personales de nuestra historia del arte.
Creo que Enrique Gené y Rafael Squirru -a través de sus análisis- son el punto de partida para el necesario reconocimiento de este pintor de quien tuvimos la suerte o la “desdicha” que fuera argentino: BENITO QUINQUELA MARTIN.