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Norberto Minichillo: “No sólo de parches vive el hombre”

Por  JOSE LUIS BIANCHI

Si bien es conocido dentro del ambiente del jazz argentino, decir que Norberto Minichillo es un músico de jazz es algo similar a comentar que Picasso es un pintor cubista. En su vasta trayectoria, Minichillo ha pasado por variadas expresiones musicales y ha actuado y grabado con músicos de diferentes extracciones, desde Manolo Juárez, Néstor Marconi, Rubén Juárez, Oscar Alemán, Juan José Mosalini, Daniel Binelli, el brasileño Mauricio Einhorn, Litto Nebbia, hasta Fat’s Fernández de cuyo quinteto es miembro.
En este reportaje, no sólo se habló de música sino que aparecen dos personajes que siempre están presentes en Minichillo: Julio Cortázar y Atahualpa Yupanqui.

G.A.: –Norberto, estás atravesando un buen momento musical y profesional, ¿no?
N.M.: -Sí, yo me siento muy bien con lo que estoy haciendo. Tocar con Fat’s Fernández, estudiar más la batería, tocar el piano. Casual-mente hace poco hice algunas piezas pedagógicas para estudiantes de piano, con cambios de ritmo y armadura de clave, para que los chicos salgan un poco de los libros convencionales y piensen con mentalidad de percusionista, para entender el ritmo en toda su diversidad.

G.A.: Volviendo al quinteto del “Gordo”, hace más de un año que están tocando en “Oliverio”. Creo que no es muy común que a un grupo de jazz le vaya tan bien por estas latitudes…
N.M.: Si, es una suerte, creo que el público lo está reconociendo al “Gordo”.

G.A.: ¿Con quién compartís el grupo?
N.M.: Está Adalberto Cevasco en bajo eléctrico, Santiago Giacobbe en piano y Facundo Bergalli en guitarra eléctrica. Facundo es el hijo del trompetista Gustavo Bergalli, y es una maravilla como toca la guitarra.

G.A.: Con Cavasco y Facundo ya grabaste anteriormente…
N.M.: Con Cevasco y Bergalli grabamos un disco en “Melopea” que se llama “Después de algunos años”, la idea original fue mía y se me ocurrió hacer una cosa más nuestra, que tenga que ver con nuestra identidad. Incluso hay una versión de “Adiós Nonino” con arreglo de Cevasco que es muy hermosa.

G.A.: Un poco de esa búsqueda de nuestra identidad la podemos encontrar en el disco “Chamán”, que compartís con Iris Guiñazú…
N.M.: Exacto, el proyecto también era de Capella-no y de Pastor Mora. Iris y yo pusimos la parte de letras y la conceptual, temática. Lo más importante es el recorrido chamánico por América y África.

G.A.: Convendría explicar qué es el “chamán” ¿no?
N.M.: En toda América hay chamanismo. “Chamán” es la persona de una comunidad indígena que tiene más conocimientos y que posee un espíritu mejor dotado que los otros y lo trata de ayudar a superar las dificultades de esa comunidad. Nosotros intentamos hacer un homenaje a los chamanes de cualquier comunidad.

G.A.: Además aparece Litto Nebbia en los teclados…
N.M.: La intervención de Litto es una maravilla. A mi juicio es una de las mejores cosas que hizo fuera de sus discos personales.

G.A.: Hay otro disco que me gusta mucho, que es el que hiciste integrando el trío M 3, que se llama “En tu tranquilo lugar”.
N.M.: Si, estuvimos dos años tocando con Norberto Machline y Javier Malosetti, y grabamos dos discos, uno que salió aquí y otro para editar en España. Después seguimos cada uno por su lado. Además yo quería hacer algo que saliera del jazz, porque me gusta muchísimo el tango, el folklore. Quería hacer algo argentino.

G.A.: Aparte tuviste la suerte de haber conocido personalmente a Atahualpa Yupanqui.
N.M.: Si, me llevó Juan José Mosalini a su casa de Buenos Aires, allí Yupanqui me regaló una letra de él muy linda a la que después le puse música y creo que la vamos a grabar ahora con Litto Nebbia en un disco mío.

G.A.: Tu primer disco como solista…
N.M.: Claro, un disco mío en el que voy a incluir temas propios, letras mías compartidas con amigos como Litto, Rodolfo Alchourrón. Van a ser cosas dentro de lo ciudadano, tangos, milongas, incluso un bolero que escribí.

G.A.: Además de hacer música ¿te dedicás a escribir?
N.M.: Me gusta mucho escribir, soy letrista pero me gusta mucho la poesía, Lorca, Miguel Hernández, el argentino Roberto Juarroz. Me gusta todo el arte.
Como le pasaba a Cortázar con la música, él decía que si se tenía que ir a vivir a una isla se llevaría discos y no libros. Y hablando de Cortázar, tuviste la suerte de conocerlo allá en París.
Tuve el honor de conocer a dos personas que amé como a pocas en la vida y que fueron Cortázar y Yupanqui. Realmente soy un agradecido a la vida porque yo quería conocer a esas dos personas y las conocí. Con Cortázar fue hermoso, lo conocí en el ’80, en París, en la casa de Mosalini. Yo estaba casi seguro que no iba a tener otra posibilidad de verlo.

G.A.: Aunque se dió el gusto de volver, en diciembre del ’83.
N.M.: Pero fue un gusto triste, porque acá no lo recibieron como él merecía. Hay algo que dice Osvaldo Soriano en un libro que realizó la “Casa de las Américas” en homenaje a Cortázar –donde escriben Benedetti, García Márquez, etc.–, él dice allí que “Cortázar era un hombre que le quedaba grande a la Argentina”, por eso nunca lo reconocieron, y yo digo lo mismo de Atahualpa. Son personas que les quedan demasiado grande a los poderes de un país, no al pueblo, pero sí a los que manejan el poder y la cultura, que son muy chiquitos de mente y no tienen la grandeza para reconocer a sus talentos. Y además critican a gente como Cortázar y Yupanqui. Yo me pregunto ¿Quién puede criticar a esos personajes?

G.A.: Personalmente me parece una falta de respeto el no haber respetado la voluntad de Yupanqui de dejar sus restos en Paris.
N.M.: Claro, eso es patrioterismo, no patriotismo. Patriotismo es quererlos en vida y después homenajearlos siempre y tenerlos como ejemplo.

G.A.: Volviendo a la música ¿Con quién estudiaste?
N.M.: Estudié con Antonio Yepes, un gran maestro y después fui unos años a Suecia. Allí estudié con el primer percusionista de la Orquesta de Estocolmo, durante dos años. Toqué en el Teatro Dramaten de Estocolmo, la “Opera de dos Centavos” de Bertold Bretch. Eso fue entre el ’67 y el ’68.

G.A.: Después te volviste a la Argentina.
N.M.: Si, en el ’71 me volví.

G.A.: Linda época para volver…
N.M.: (Risas…) Yo quería participar del movimiento que yo sentía que podía haber en el país. Seguí tocando jazz, luego grabé un LP con Baby y Héctor López Furst “Oliendo los Blues” y empecé a hacer fama de buen percusionista, no baterista, percusionista, porque yo tocaba el xilofón, la marimba y todos los aparatos de percusión. Y me empezaron a llamar.

G.A.: ¿Después integraste el grupo de Giacobbe?
N.M.: Si, el quinteto de Santiago Giacobbe. Incluso grabamos un disco que nunca se editó. Allí estábamos Bernardo Baraj, Cevasco, el percusionista Valencia y yo. También tocó percusión el baterista de Alma y Vida, Alberto Hualde.

G.A.: Luego comenzaste a tocar con Litto Nebbia…
N.M.: Sí, Litto me ayudó mucho. Fue en los comienzos de los ’80, cuando yo trabajaba en el Sindicato de Músicos y estaba muy mal a nivel creativo. Mi trabajo en el sindicato no me permitía dedicarme de lleno al arte. Hasta que un día me encontré con Litto y me ofreció hacer cosas juntos.
También participaste en el grupo “Buenos Aires Jazz Fusion” que lideraba Néstor Astarita…
Eso fue en el ’81. Allí estábamos Baraj, Dino Saluzzi, Litto, el negro Rada, Fat’s Fernández y yo, que ahí tocaba marimba. En el disco hay un tema mío que se llama “Desde muy abajo” que lo toca el “Gordo”. Fue una linda experiencia.

G.A.: ¿Estudiaste armonía?
N.M.: En el ’81 empecé a estudiar armonía con el maestro Guillermo Graetzer, lo que me ayudó muchísimo. El es un compositor y pedagogo impresionante en la Argentina. Estudié composición, armonía y eso me abrió mucho la cabeza.

G.A.: Creo que lo importante es tratar de hacer todo lo que uno puede.
N.M.: Mirá, lo importante es tratar de ser una buena persona, ser gente. Si ves a un chico que pide limosna o pensás en los inundados del litoral, ¿Cómo podes estar solamente pensando en vos? Esta contradicción la voy a tener hasta el día en que me muera.

G.A.: Para ir terminando, me gustaría preguntarte por algún baterista preferido, aunque ya sé quién es…
N.M.: Max Roach, el más grande baterista del mundo, maestro de maestros, el que enseñó a toda una generación de bateristas que vinieron después, el que les enseñó cómo cantar con los tambores, y cómo cantar desde el África, Max Roach.

G.A.: Un maestro que hace cincuenta años que viene enseñando.
N.M.: Viene dando clases desde muy chico, inventó todo. Con él salen todos los grandes que yo amo, Philly Jojonies, Roy Haynes, Elvis Jones, Jack Dejohnette, Tony Williams, todos.

G.A.: Si todo marcha bien y mejora, viene Dizzi Guillespie en septiembre, y en la apertura del concierto va a tocar el quinteto del “Gordo” Fernández. ¿Te imaginaste esto alguna vez?
N.M.: Ojalá que se dé, es un lujo poder tocar con esos monstruos, nunca lo soñé. Va a ser una gran responsabilidad.

G.A.: ¿Cómo te va en la parte docente?
N.M.: Tengo alumnos muy jóvenes, chicos de 17 a 20 afros.

G.A.: ¿Ellos quieren tocar jazz?
N.M.: Algunos sí, otros heavy, pero yo les hablo de música, les digo que escuchen música étnica de todo el mundo, africana, Max Roach, les hablo de la chacarera, del candombe, les hablo de la identidad. Si una persona de acá que quiere tocar los tambores no conoce los ritmos de esta tierra, la chacarera, el candombe, la baguala, ¿qué va a tocar?, ¿qué personalidad va a tener?. Les hablo mucho de esto, les explico que tienen que ser ellos mismos.

G.A.: ¿Con el que quiere tocar heavy qué hacés? ¿lo echás?
N.M.: (Risas…) Mirá, tengo una anécdota muy linda. Un día vino un chico que ahora es uno de mis mejores alumnos, hablándome de heavy y todo eso, yo me sentía muy mal como docente por-que quería saber cómo lo echaba. Y empecé a hacerle escuchar música africana, Max Roach, jazz, y en este momento este chico me trae discos que yo no conocía de Thelonious Monk, de Parker y Guillespie, se hizo un fanático. Me dio una gran alegría. Hace poco vino al país un gran pedagogo canadiense, que tiene un decálogo de la ensefianza, y en el primer punto dice que “toda ensefianza es un fracaso”, no podés esperar frutos nunca. Yo a los chicos les tiro pautas, los que tienen que hacer el trabajo son ellos.

G.A.: Bueno, queremos comentar que el quinteto de Fat´s Fernández toca en…
N.M.: En “Oliverio”, todos los sábados a las 23.30 horas.

Gracias Norberto, hasta pronto.

 

LA DECLARACION
Yo me declaro gitano
que no comulgo con Dios,
ni con las leyes del blanco.
Gitano, gitano débil,
pero por siempre gitano.

Andaré por los caminos
comeré con mis hermanos,
cantaré cuando lo quiera
y amaré con mis horarios.

Gitano, gitano siempre,
Aunque me rompan el cráneo.

Norberto Minichillo

 

DISCOGRAFIA (Parte)

Integrando agrupaciones:
“Después de algunos afros”, Minichillo-Cevasco-Bergalli (1991) Melopea; “Chamán”, Iris Guiñazú, Ricardo Capellano, Pastor Mora, Minichillo y Litto Nebbia (1990) Melopea; “En tu tranquilo lugar”, Machline, Malosetti, Minichillo (1988); “Buenos Aires Jazz Fusión”, Fat’s Fernández, Minichillo, Néstor Astarita, Jorge González, Dino Saluzzi, Litto Nebbia, Bernardo Baraj (1981).

 

Con Fat’s Fernández:

Cuore (1991) Melopea; Un trompetista de Buenos Aires (1987).

 

Como instrumentista y/o sesionista: “El inolvidable Oscar Alemán” (1974); “Canto y clarificación”, Rodolfo Aichourron (1975); “Tiempo reflejado”, Manolo Juárez (1977); “Evita, quien quiera oir que oiga” (banda de sonido), Litto Nebbia (1983); “Litto Nebbia en Brazil” (1985); “Un bandoneón de Buenos Aires”, Néstor Marconi (1990) Melopea; “Piedra libre”, Rubén Juárez (1984).

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