Gyula Kosice: “Sin utopía el artista no puede existir”
Entrevista de ADRIANA GASPAR
Desde los tiempos de “Arturo”, Kosice ha fundado su arte en los difíciles territorios de la invención y la originalidad puras, en esa riesgosa comarca de las anticipaciones videntes, de lo inédito y extemporáneo en la que escasos artistas se aventuran. Pionero del arte cinético, de la escultura en acrílico, del empleo protagónico de elementos sugestivos como el agua y la luz, de aquellas esculturas hidráulicas y de la deslumbrante propuesta que es la ciudad “hidroespacial”, Kosice también es en poesía un precursor del “suceder conceptual puro”, fundado en el concepto y la imagen inventada, no traducible por medios ajenos al propio lenguaje. Toda la obra de Kosice es, en definitiva, una convocatoria luminosa a dinamizar y liberar todas las potencias de la imaginación.
G.A.A.L.C.: ¿Cómo fue el homenaje que le hicieron?
GYULA KOSICE: es una novedad que a un artista plástico contemporáneo se le haga un homenaje por su trayectoria. Que en mi caso son 54 años en la vanguardia argentina. Haciendo un poco de historia, debemos remontarnos a los tiempos heroicos, (por el silencio y los constantes ataques), de la revista Arturo (1944), un verdadero hito en toda Latinoamérica, en lo que respecta al comienzo del arte No Figurativo y Abstracto. Pero fue a partir de 1945, cuando Pichon Riviére nos ofrece una casa para realizar la exposición del “Arte Concreto Invención”, que empezamos a tener una resonancia importante a lo largo del tiempo. Ahora bien, en el campo personal, yo ya desde muy joven tenía una preferencia por la figura de Leonardo (Da Vinci), que tocó tantos campos (plástica, literatura, ciencia).
G.A.A.L.C.: ¿Qué fue el movimiento de “Arte Madí”?
G.K.: En la revista Arte Madí, que apareció en ocho números, en el manifiesto de 1946, definimos cómo son las disciplinas estéticas, y cuáles son las intenciones de Madí con respecto a una nueva formulación que no tenga nada que ver con las corrientes dominantes. Y en qué medida nos interesaban más los movimientos que las individualidades. Inclusive la idea de crear un nuevo estilo, el estilo del Rio de la Plata. Este debía tener ciertas “invenciones” que no se habían logrado antes, par ejemplo terminar con el concepto de “ventana”, la alternativa del marco irregular y recortado. Esculturas móviles y desplazables en el espacio, la introducción del tiempo y la participación activa del espectador. Algunos de estos postulados fueron antecedentes mundiales. Inclusive yo hacía piezas con gas neón, actualmente no hay museo en EE.UU. que no tenga una o dos obras de estas características, lo que me transforma en un verdadero precursor. Volviendo al homenaje, éste tiene un sentido de reparación, no sólo hacia mí, sino hacia los demás, ya que es único, puesto que los homenajes lamentablemente se hacen después de la muerte del artista. De ahí lo necesario que se hace que el país honre a sus creadores. El arte según mi parecer es al final ‘la moneda de lo absoluto, y el arte verdadero a través de esa parábola de la Historia es invendible: las pirámides son invendibles, el Partenón es invendible, el Machu Pichu es invendible, hasta la isla de Manhattan, como expresión de civilización, es invendible. Quiere decir que hay cosas que marcan a la humanidad, y si nosotros –el grupo Madí– hemos, desde la Argentina, entrado en la Historia del Arte, en las enciclopedias y los diccionarios, es porque hemos definido una característica distinta de lo que se dio en llamar el “arte abstracto”.
G.A.A.L.C.: ¿Qué piensa sobre la posmodernidad?
G.K.: Si hay un Lyotard, un Derrida, un Vattimo, que propician el posmodernismo, nosotros decimos que hay una falta de objetividad manifiesta al tratar de destruir el curso de lo que se hizo, que es la Historia. Y matar nada menos que la utopía, que es la esperanza, la vida misma. Y sin utopía el artista no puede existir. Una cosa es dejar de creer en las ideologías y otra muy distinta es no creer en las ideas, la historia y la utopía. Por lo demás, creo que no hay ningún filósofo posmoderno argentino, con lo cual volvemos al viejo tema del epigonismo. No se puede ser burdamente irracional. Por ejemplo es una utopía mi nuevo proyecto, de proponer otra realidad, una realidad virtual de enormes esculturas proyectadas sobre el Río de la Plata, en lugar de un museo o una galería. Y eso es una utopía, que va a dejar de serlo cuando se realice. Este proyecto, conjuntamente con el Manifiesto de la Ciudad Hidroespacial, fue presentado en la NASA, donde me dijeron que era posible, pero no redituable.
G.A.A.L.C.: ¿Qué es la Ciudad Hidroespacial?
G.K.: Un lugar distinto para vivir, un hábitat diferenciado y generador de otro urbanismo y un “modus vivendi” más pleno. Un planteo irrestricto hacia una visión promisoria de cielos abiertos y conciencia planetaria. Por ejemplo un lugar para destituir la angustia, un lugar para no merecer los trabajos del día y la noche, otro lugar para oír las palpitaciones del Universo, un lugar para corregir el azar, un lugar para hacer el amor en levitación, es decir lugares que parecen metáforas.
G.A.A.L.C.: ¿Por qué no se trabaja artísticamente en forma grupal?
G.K.: Creo que este fenómeno se da más en la juventud, porque éstos buscan el exitismo, creen que el arte va a darles bienestar, no piensan en la obra, sino en el precio. Se ha pasado del Homo sapiens al “Homo economicus”, y el éxito no tiene sentido. Lo que realmente quiere el artista, es dejar una obra duradera, porque el artista no quiere morirse, queremos vivir sí, pero jubilosamente. Crear con júbilo, sin meta. El arte siempre es mucho más. Creo que es más importante tomar conciencia de que estamos navegando ya en la universalidad del arte, en un extremo del péndulo, que es al mismo tiempo el inicio de un nuevo siglo y un nuevo milenio. Y ésta sí es una condición privilegiada. El riesgo de una aventura aunada a tecnologías humanizadas, el arte unido a la informática, la cibernética. Imágenes entrelazadas con la realidad virtual. Por eso tenemos que dar el justo lugar que tiene el creador, y es por eso que acepto el homenaje, pero éste no debe terminar en mí, sin tener continuidad. El horizonte más cercano es el lugar propicio para depositar sueños y utopías, pero también el campo en que esos deseos pueden ser realizados a través de la imaginación, la ética y la solidaridad. Lo que yo llamo “filosofía porvenirista”.
G.A.A.L.C.: ¿Puede ampliar el concepto de “filosofía porvenirista”?
G.K.: Es un estadio de apertura de cara al mundo en ciernes, en que la inteligencia y la poesía se coaligarán para destrabar el formidable caudal del acontecer, es decir, de la acción, concretando como una jubilosa celebración de las potencias del ser y estar, la idea sartreana que afirma que “las palabras son hechos”.