Las Reinas de Inglaterra
Por LUIS SALVANESCHI
El siguiente es un texto para teatro breve, escrito por Salvaneschi y representado en el auditorio del Golden Shopping en 1994.
Personaje: MARIA DEL VALLE MIRANDA
Edad: 23 años.
Nacida: Pcia. de Tucumán (Tafí del Valle)
Estudio: Primaria completa.
Acción: Pequeño teatro de Bs. As. Encargada de la limpieza. Uniforme de mucama de gala. Hasta los guantes blancos.
MARIA: (Palita y escobilla en mano) –El papelito al piso no. Señora no, se guarda el papelito del caramelo en la cartera y luego cuando sale lo tira en el cesto. Mantener la limpieza vio. ¿De acuerdo, señora? Gracias. Por casualidad pasa el dueño del teatro ve el papelito y hay que aguantarlo. Dice que no limpio que me la paso hablando, hablando. “Escusa”. ¿Ud. me entiende, no?
Está buscando motivos para sumarse a esta nueva moda, esa que la patronal rebaje los sueldos. Ya me lo hicieron las reinas de Inglaterra, rebajarme la paga. Con un solo sueldo hoy por hoy, no se puede vivir. Por las mañanas trabajo por hora en un edificio de la calle Talcahuano donde viven las reinas. Limpio cinco departamentos, las cinco reinas a las cinco en punto se reunieron a tomar el té, en el departamento de la Rosalía… y shahhh… Me suprimieron el pago del colectivo… y eso que sabían que Manuel está despedido de la metalúrgica.
Manuel es mi compañero. Antes le cobraba a las cinco viejas por día… ahora me paga una por día. Con eso del viático me hacía unos regios guisos para el Manuel. Yo se lo dije a la Rosalía, ella me contestó (IMITANDO A ROSALIA) “para la cena es suficiente un “Yogut” y una manzana”. Ja… Ja… si yo le doy de cenar eso al Manuel, me da una patada en el culo que me sienta en el patio del hotel donde vivo. Yo no sé si lo quiero al Manuel, ya hace cinco años que vivo con él:.. pero… ahora entró en una mala racha. Por suerte Dios me dio memoria. El me ayudó a criar a Martín. Si. Yo tengo un hijo de cinco años.
No veo los días que pasan para ir a visitarlo. Me lo está criando mi mamá, allá en Tucumán, después de comprender que todo lo que me pasó, fue por culpa de ella. Esto de estar viviendo yo en Buenos Aires, lejos de mi hijo, de mi familia y del verde de mi pueblo. Extraño ese olor pero… allá no hay trabajo. Yo tenía 17 años y… me gustaba el Saúl, y él gustaba de mí. Pero.., era changarín, no tenía trabajo fijo, que albañil, que plomero, que eletricista, sabía de todo, era un mago. Mi madre me hacía la vida imposible por la falta de trabajo fijo del Saúl.
Me decía que debía seguir su ejemplo, casarme con un empleado público. Eso de la seguridad económica y matrimonial (SE RIE). Ahora no piensa lo mismo, por eso me aceptó criar al Martín. Tanto jodió, tanto jodió que me puse de novia con un empleado del correo.
Carlitos el cartero. Y bueno… salida va, que al baile, que a la confitería, salida viene, Fasssss…. me embarazó. Cuando mi familia se enteró del embarazo me tiraron en el primer tren para Buenos Aires. El carterito se casaba con la Zuninda, la hija del dueño del bazar. Y bueno… llegué sola a la sucia terminal de Retiro. Una prima me ubicó con cama adentro en lo de la Rosalía. Ciento cincuenta australes por mes, más casa y comida. El problema comenzó cuando La Rosalía se enteró de mi estado. (IMITANDO A ROSALIA) “Debes abortar, debes abortar de la mañana a la noche” me decía.
Primero el perejil, después las inyecciones y la mar en coche. Yo nunca hice nada si sentía al Martín en mi panza. Todo se complicó cuando el señor del cielo se llevó al señor de la casa, es decir al esposo de la Rosalía. Tanto las finanzas como yo nos fuimos al diablo. Fue en ese entonces que conocí a Manuel en un hotel de Once. Me dió una flor de mano. Hasta quería reconocer a Martín. Pero yo no… era mío sola y orgullosa de que llevara mi apellido. Ahora cada vez que lo veo, se me rompe el corpiño de la emoción. Pienso que cuando Manuel salga de esta mala racha, chau Buenos Aires. Yo le hablo, le hablo que hoy día no hay trabajo de tornero, pero sí de repositor en algún supermercado. Negocios de onda. Estamos en el cambio, pero él no. Dice que es metalúrgico. Y bueno, una mano lava la otra. Si no nos ayudamos entre nosotros ¿quién nos va a ayudar?. Yo entiendo a los ricachones, y hasta los aplaudo, ellos defienden su plata, nosotros los pobres defendemos nuestro jornal. Yo me pregunto, no, ¿los del medio a quién defienden?. Sueñan imitar a los de arriba, y cuando las cosas le van mal, golpean nuestras puertas. Se es blanco o negro, para mí el gris no existe.
Pero eso de creer que son reinas de inglaterra, así no va. En cuanto Manuel salga del pozo, me tomo el primer tren a mi pueblo, a estar junto a todo lo mío y a disfrutar ese olor tan lindo que despiden los cerros. Además Martín ya me está necesitando y no quiero que mi madre le embrome la vida como me la jodió a mí. Total hombres hay en todas partes del mundo. Y no creo que las reinas cambien de un día para el otro. Si, volver a mi hijo, a mi infancia, a mis olores, para aguantar mejor este largo chaparrón.