Entrevista a Osvaldo Dragún
“El teatro no está en crisis, es la crisis”
Por Patricio Fernández
Se lo podría considerar como una especie en extinción dentro del mundo de las tablas algo así como un hombre orquesta. En sus inicios fue actor, con el transcurrir del tiempo se convenció de que lo suyo no pasaba por la actuación sino por construir historias y se vió más seducido por la dramaturgia, la cual le permitió ganarse un gran reconocimiento de parte de sus pares como así también de la crítica especializada.
Osvaldo Dragún lleva más de cuatro décadas abocado al quehacer teatral y mantiene intacta los que algunos llamarían la escencia del teatro independiente, el arte por el arte, la pasión sin límites.
Hoy nada parece asustarlo ante los proyectos que se propone, más aún a la hora de afrontar el compromiso de asumir como director del Teatro Nacional Cervantes una labor que no es materia desconocida, lo avalan casi diez años como director de la Escuela Nacional de Teatro en el Caribe.
Al autor de “La mesa diez” poco y nada le interesó las divisiones de agua que provocó cuando el ex secretario de cultura Pacho O’Donnell le propuso estar al frente del teatro fundado por María Guerrero. “Son diferentes maneras de pensar y las respeto” dice haciendo referencia a la solicitada publicada por gente de teatro en el diario Página Doce donde manifestaban su descontento por la decisión tomada por Dragún “No me considero un funcionario del estado sino un hombre de teatro que está en su lugar natural”.
G.A.:¿Se puede decir que el Cervantes se adelantó e inició la temporada en febrero con el encuentro iberoamericano?
O.D.: Sí, y afortunadamente nos fue muy bien, hemos tenido una buena convocatoria de público y a mí me sorprendió. La culpa es mía, debí haber pensado que iba a ser así pero como funciono como un optimista escéptico pienso que todo sale bien pero si no sale como uno quiere también está la posibilidad de que salga mal.
Acerca de la temporada oficial, a mediados de marzo estrenaremos en la sala mayor “Borges y Perón” del autor uruguayo, Enrique Estrázulas, dirigida por Roberto Villanueva, con Victor Laplace, Dulio Marzio e Irma Córdoba, por otra parte en la sala Caviglia va a subir “Tenesy” de Jorge Leyes, bajo la dirección de Daniel Marcove.
Después de cincuenta años de su estreno vamos a reestrenar “El puente” de Carlos Gorostiza. Aprovechando este aniversario se van a realizar una serie de homenajes, no solo al autor sino también al teatro nacional y al teatro independiente ya que es una obra que marcó un mito en la escena local, va a ser una temporada con mucho para ver y que a su debido tiempo la vamos a ir anunciando.
GA. : Uno de los mayores problemas que siempre afectó a los directores de los teatros oficiales ha sido el presupuesto.
O.D.: El tema presupuestario ha sido muy normal en toda mi vida, en toda mi actividad como hombre de teatro, generalmente en las reuniones que teníamos, el tema central era ver de que manera nos íbamos a manejar para conseguir el dinero y concretar determinado proyecto, así que esto para mí no es ninguna novedad y más aún tratándose de una sala oficial. De alguna forma vamos a ir solucionando problemas, el año pasado gracias a la ayuda de la Secretaría de Cultura de la Nación, hemos recibido apoyo porque sin ellos hubiese sido muy complicado seguir adelante.
Afortunadamente, pese a los tropiezos y las dificultades se pudieron llegar a concretar varias cosas, todo implica mucho sacrificio y trabajo.
G.A.: ¿En qué se vió favorecido el Cervantes con la denominada ley del teatro?
O.D.: Creo que el objetivo de la ley del teatro no es favorecer al Cervantes sino a todo el teatro nacional y en especial al teatro del interior que sin dudas es el más desprotegido.
Esta ley debe brindar apoyo a todas las agrupaciones del interior, a las pequeñas compañías independientes sin salas o aquellas que la tienen pero que están desprovistas de un equipo de iluminación o que merecen ser reacondicionadas porque se encuentran en un estado bastante crítico.
G.A.: ¿Con esta ley usted considera que el estado apoya al teatro como se merece?
O.D.: La gente de teatro nunca considera que se la apoya como se merece, creo que al teatro hay que protegerlo al máximo, no como se merece sino mucho más, porque ¿quién puede decir lo que se merece el teatro?. No se piensa sutilmente cual es el valor del teatro en una sociedad, algunos creen que es sólo un negocio, para otros es solamente algo cultural, un espectáculo, yo siento que es mucho más que eso, el teatro es la síntesis espiritual de un país, de una raza, de una cultura sobre un escenario, tiene que ver con las raíces de una nación y si no sabemos regar corremos el riesgo que el árbol se caiga.
G.A.: ¿El Congreso lo entiende así?
O.D.: Lo que yo sostengo no es religión, es mi opinión sobre el teatro, sobre lo que debería ser.
Muchas veces me encuentro con funcionarios que sí lo entienden y no pueden ayudarte, como hay otros que pueden hacerlo pero como no les comprende no lo hacen, no les interesa.
G.A.: ¿Por qué el Cervantes siendo el único teatro nacional no goza de un elenco estable?
O.D.: Cuando O’Donnell me ofrece la dirección del Cervantes uno de los proyectos fundamentales para mí era el de trabajar con un equipo estable, jamás he visto un gran espectáculo en el mundo que no haya sido producido de esa forma. Hay compañías que hace veinte años que trabajan en conjunto, creo más en esto que en un elenco estable porque depende del sentido que tenga este, puede convertirse casi en un elenco de oficina, de gente que está contratada y que cumple con su trabajo como si fuera una tarea administrativa. Pero puede ser un laboratorio de gente que esté todo el día buscando, trabajando haciendo talleres e inclusive siendo útil trabajando en las escuelas, sindicatos, dando clases, esta gente se enriquece humanamente.
Personalmente no creo en una estética sin ética, en un equipo sí creo, si no lo puedo hacer es porque no puedo económicamente pero no pierdo las esperanzas.
G.A.: ¿Algo así como recuperar el espíritu del teatro independiente?
O.D.: Si. Mis comienzos en el teatro fueron con la compañía Fray Mocho y con ésta realizábamos giras por todo el interior del país. En una oportunidad salimos de Buenos Aires y regresamos a los dos años, recuerdo que no solo habíamos hecho funciones sino que también realizamos talleres y además había creado sesenta grupos independientes por todo el interior del país.
Fray Mocho fue una fábrica de creatividad y yo creo en eso, en un laboratorio.
Si una vez culminada mi función como director del Cervantes dejo formado un equipo de estas características estaría cumplido el objetivo por el cual vine.
G.A.: ¿A qué atribuye la desaparición de este fenómeno que fue el teatro independiente?
O.D.: Particularmente, lo que faltó en nuestros grupos y lo que de alguna manera supieron mantener las compañías independientes que sobrevivieron como La candelaria de Colombia o Macurainda de Brasil que llevan más de veinticinco años de existencia, fue la tarea interna que supieron elaborar los directores. Cuando me refiero a esto, apunto a las individualidades que se generan en las compañías. Cada integrante de teatro es un ser diferente al otro y esas individualidades empiezan a tener como necesidades personales, no de índole económica sino espirituales. Si el director de teatro es inteligente y no trata de aplacar esas individualidades sino de enriquecerlas para bien de la compañía el teatro sobrevive, de lo contrario con el correr de los años esta flota en el aire y desaparece, eso es lo que ocurrió con la mayoría de los grupos en este país.
G.A.: Es habitual escuchar decir a los teatristas de que el teatro padece una crisis eterna ¿Usted piensa lo mismo?
O.D.: Es que el teatro es la crisis, no está en crisis, siempre ha sido así, de la normalidad se alimentan las oficinas, las empresas, el teatro no, el teatro trabaja planteándote que nada es lo que parece ser, pone todo en este estado, el teatro no es el orden sino el caos. Desarma todo para rearmarlo.
G.A.: ¿Qué cosas no se están hablando desde el teatro?
O.D.: Siempre hay algo de lo cual no se está hablando, es muy difícil hablar de todo, por ejemplo el producto más profundo de la dictadura militar recién se comienza a hablar, no por el hecho de que alguien se autocensure sino porque todavía no está ni siquiera muy claro para nosotros. Dentro de unos años es posible que esté más claro y eso que se habla de la dictadura, de los desaparecidos de lo que realmente produjo la dictadura militar en el pueblo argentino, creo que de eso se va a comenzar a hablar dentro de algunos años.
Lo importante es hablar de lo que no se ve, lo que no aparece en los periódicos, en los informativos mismos, en los libros, esa es la verdadera historia, las raíces subterráneas de un país, esa proliferación de shoping, de consumo y de una época tan light, es un producto que va a ir tomando conciencia con el tiempo, de los traumas psicológicos no solamente de los que fueron perseguidos o de los hijos de desaparecidos sino en todos, los que no sufrieron nada de eso pero que convivieron con esa historia porque pisaron la misma tierra de los desaparecidos.
G.A.:Dígame Dragún ¿con qué teatro sueña?
O.D.: A mí lo que me gustaría es tener siete, ocho actores y andar de giras por todo el país y no tener que andar mirando detrás del telón para ver si hay público, con eso sueño…