Pueblo Fantasma
“Pues las líneas de metro como las de la mano se cruzan…”
Marc Augé, “El viajero subterráneo”
Por Fabiana Barreda
En las últimas luces de este siglo, la ciudad como espacio simbólico, aparece como territorio de problematización de las proyecciones del sujeto y sus vínculos sociales.
La película “Caro diario” de Nanni Moretti señala a través de un diario íntimo la relación entre el autor y el espacio en el cual se construye como sujeto, esto permite como intervalo dialéctico dar visibilidad a Roma, recorrida inolvidablemente desde el paseo en una Vespa un domingo a la tarde, soleado, descubriendo una ciudad inédita, adormilada y sin gente.
Desde las imágenes de Praga de Koudelka hasta “París / Texas” de Wim Wenders la ciudad es para los fotógrafos, cineastas, escritores y pensadores el punto de cruce entre lo privado y lo público, encrucijada política y religiosa, tensión entre lo psicológico y lo sociológico. “Buenos Aires viceversa”, “Pizza, birra y faso” “Dársena Sur”, “Picado fino”, “Happy together” son algunas de las imágenes profundas y recientes de nuestro imaginario de la ciudad.
Imágenes complejas y apasionadas que tratan de testimoniar ficcionalmente algunas de las sensaciones paradojales y extremas en las que vivimos.
De esas sensaciones elijo aquellas que siento que persisten en los fotógrafos que trabajan cerca de mi mirada.
Las imágenes que aparecen en “Pueblo fantasma” bordean el vacío y la soledad, delimitan un espacio metafísico donde la tensión dramática no enunciada, aparece contenida, inmanente, presentida, silenciada y quietamente percibida.
Son fotografías románticas, agónicas, poseen el silencio anterior a un suicidio o posterior a un homicidio. Los autores hoy presentados citan a Friedrerich, Borges, Hopper, Benjamín, Baudelaire, Handke, Piglia, Cortázar, Aira, Jarmuchs, Kaurismaki o Carax entre otros importantes.
La sociedad del paisaje abismal de la naturaleza sólo es limitado por la huella del hombre paralelamente lo solitario del paisaje urbano es sólo visible cuando es despoblado.
Entre estas dos soledades intervienen estas fotografías como documento actual de los estados anímicos del hombre proyectándose en los espacios compartidos con los otros, otros inmanentes, definidos por su ausencia y que pueden aparecer inesperadamente en pleno desierto o a la vuelta de la esquina de este pueblo fantasma.