“Modernidad y Posmodernidad en el teatro porteño de fin de siglo”
Por ERNESTO NOTTI
En Buenos Aires el teatro ha ido modificando su cartelera con el pasar de los últimos años de una manera muy especial, dejando en evidencia un elevado interés por el teatro de propuestas poco comunes. El teatro de improvisación, las estéticas alternativas y el teatro Under parecen inclinarse cada vez más a dos conceptos o formas distintas, casi opuestas; la modernidad y la posmodernidad, como resultados más que representativos de este fin de siglo, en primer término por ser estéticas de oposición a las formas clásicas, y en segundo término por brindar al público un entretenimiento más que original y recién ahora conocido por la popularidad.
Como oposición, la estética moderna nos brinda simplemente una nueva forma de decir las cosas, claro es el ejemplo de “Cinco Puertas” de Omar Pacheco, en donde el grupo “teatro libre” expresa claramente la idea del dolor humano, sus miedos, la muerte, la locura, el horror de las guerras y la falta de paz interior de una forma absolutamente distinta a la clásica poniendo en juego recursos expresivos poco utilizados y combinados de una manera muy especial: el gutural lenguaje utilizado por los actores prácticamente reemplaza el lenguaje castellano, que combinado con el original lenguaje fotográfico de las escenas hacen entendible a la perfección su contenido, el efectista juego de luces sirve de amplificador para las acciones corporales de los actores, que bailan una danza teatro de absoluta potencia expresionista. Todo esto puesto en función de expresar una idea clara y concisa, un mensaje intencionado que golpea en el corazón del espectador y deja pensando.
Como segunda oposición, la estética posmoderna, para algunos nacida del pensamiento moderno para otros aparecida como su contracara. Es sin lugar a dudas la estética que representa nuestra cultura actual, muestra un único interés por las formas, dejando de lado un contenido claro, e interesándose mas que nada por la superficialidad de lo que se muestra. Ejemplificando esto, se vio con mucho éxito en Buenos Aires el espectáculo “Período Villa-Villa” del grupo “De la Guarda” en donde el público asiste a una experiencia de sensaciones, en donde la música, la danza, los actores colgados de arneses provocando vértigo, la utilización de grandes telones, estructuras de metal, pintura fresca, ventiladores gigantes, y hasta lluvia rociando al público, dejan en éste una carga de adrenalina, emoción y excitación elevadas, esto sumado a la disonancia de las voces acompañadas por rabiosos ritmos. No se distingue ninguna intención de expresar ideas claras o hablar de una temática específica, por lo contrario, el contenido es absolutamente sensorial oponiéndose a toda intelectualización definida.
Lo curioso es que a pesar de esta abismal diferencia, ambos espectáculos han tenido gran éxito, más curioso aún, dentro del mismo tipo de público.
Esto indica que nuestras cabezas están, a pesar de la supuesta falta de culturalización, cada vez más abiertas a aceptar y a incorporar todo tipo de ideas.
Esto para el teatro, como para toda expresión artística es muy positivo.
Como oposición, la estética moderna nos brinda simplemente una nueva forma de decir las cosas, claro es el ejemplo de “Cinco Puertas” de Omar Pacheco, en donde el grupo “teatro libre” expresa claramente la idea del dolor humano, sus miedos, la muerte, la locura, el horror de las guerras y la falta de paz interior de una forma absolutamente distinta a la clásica poniendo en juego recursos expresivos poco utilizados y combinados de una manera muy especial: el gutural lenguaje utilizado por los actores prácticamente reemplaza el lenguaje castellano, que combinado con el original lenguaje fotográfico de las escenas hacen entendible a la perfección su contenido, el efectista juego de luces sirve de amplificador para las acciones corporales de los actores, que bailan una danza teatro de absoluta potencia expresionista. Todo esto puesto en función de expresar una idea clara y concisa, un mensaje intencionado que golpea en el corazón del espectador y deja pensando.
Como segunda oposición, la estética posmoderna, para algunos nacida del pensamiento moderno para otros aparecida como su contracara. Es sin lugar a dudas la estética que representa nuestra cultura actual, muestra un único interés por las formas, dejando de lado un contenido claro, e interesándose mas que nada por la superficialidad de lo que se muestra. Ejemplificando esto, se vio con mucho éxito en Buenos Aires el espectáculo “Período Villa-Villa” del grupo “De la Guarda” en donde el público asiste a una experiencia de sensaciones, en donde la música, la danza, los actores colgados de arneses provocando vértigo, la utilización de grandes telones, estructuras de metal, pintura fresca, ventiladores gigantes, y hasta lluvia rociando al público, dejan en éste una carga de adrenalina, emoción y excitación elevadas, esto sumado a la disonancia de las voces acompañadas por rabiosos ritmos. No se distingue ninguna intención de expresar ideas claras o hablar de una temática específica, por lo contrario, el contenido es absolutamente sensorial oponiéndose a toda intelectualización definida.
Lo curioso es que a pesar de esta abismal diferencia, ambos espectáculos han tenido gran éxito, más curioso aún, dentro del mismo tipo de público.
Esto indica que nuestras cabezas están, a pesar de la supuesta falta de culturalización, cada vez más abiertas a aceptar y a incorporar todo tipo de ideas.
Esto para el teatro, como para toda expresión artística es muy positivo.