LEON FERRARI
Entrevista de Pedro Gaeta y Luis Raúl Calvo
Si tuvieras que hacer una retrospectiva de tu obra ¿qué aspectos considerás que han permanecido vigentes y que cosas pensás que han ido cambiando?
Lo que más me interesa de una retrospectiva es la última muestra que hice en el ICI, en Mayo, que más que un resumen es haber encontrado una forma de decir lo que pienso sobre Occidente en general.
De las cosas que hice antes no son muchas las que descarto. Hice y sigo haciendo dos tipos de obras, una obra que tiene una intención cuestionadora sobre religión -especialmente- política, derechos humanos; y otra obra que puede llamarse arte libre, que al hacerla no me preocupa lo que significa. Es decir, por una lado un arte que lleve a un modo de comunicación racional, y por otro lado un arte en donde no me interesa el resultado significante, eso lo dejo a juicio y a la imaginación de quienes miran la obra.
¿Esta actitud creadora ocurre en un mismo tiempo histórico?
Sí, ahora mismo estoy haciendo unas obras que son escrituras, algunas tienen una intención, pero otras no.
Vos destacabas que lo que más te interesaba era tu última exposición…
Claro, de todas estas cosas que hice desde entonces, cuando empecé con las obras en los años ´55 hasta el ´63. En el ´63 hice una primera obra con intención política que era una escritura deformada, eran una serie de cartas a un general. en el ´64 hice otras obras con una intención crítica y en el ´65 hice una serie de obras sobre el Vietnam.
Después, ya a partir del ´73 me dediqué a los derechos humanos, estuve en un organismo que se llamó “Movimiento contra la represión y la tortura”, en otro que se llamó “Foro de Buenos Aires, por los derechos humanos” donde estaba Noe Jitrik, Mario Fernández, entre otros. Ahí publicamos un libro que se llama “Represión y explotación en la Argentina”, con una tirada de 30.000 ejemplares, esto fue en el ´73 e incluía más de 100 testimonios sobre torturas.
Mencionabas las décadas del ´50, del ´60, y del ´70, ¿estuviste vinculado a movimientos de artistas, escritores?
No, yo en realidad estudié ingeniería y trabajé como ingeniero toda la vida, hasta que me fui a Brasil. Mi vida se divide un poco en antes de Brasil y después de Brasil.
En ese momento fue que te exiliaste…
Claro. También porque hasta que me fuí a Brasil estaba trabajando como ingeniero y cuando llegué allí, ya tenía más de 50 años, como ya era inútil ponerme a buscar trabajo entonces me puse a hacer las cosas que había abandonado, las escrituras de alambre…
Antes de irme hice una recopilación de las notas que salían en los diarios sobre la represión que después lo convertí en una publicación que se llamó “Nosotros no sabíamos”, porque la misma gente que decía “por algo será”, después, cuando salieron todas las cosas en los juicios dijeron “nosotros no sabíamos”… y habían salido cosas espantosas.
Hablás de la crítica a la religión, a occidente…
Sí, está vinculado. La religión es uno de los fundamentos de nuestra cultura y durante 2000 años ha estado pregonando la discriminación entre los buenos y los malos. Lo que sucede es que los que son malos para la religión no lo son para nosotros. Son como dos justicias simultáneas, que para los religiosos vale, para nosotros vale una sola. Pero los católicos sobre todo, para no hablar de los religiosos, porque cada uno piensa lo que quiere. Pero los católicos tratan de gobernar sobre los que no lo son. Para la religión, el delito principal es no creer en lo que ellos creen, sobre todo en la divinidad de Jesús, la virginidad de María, por lo cual se han matado entre ellos. Es una religión que está además en contra de los derechos humanos. Hay una serie de principios que son válidos para todos y hay uno de ellos que es elemental: no torturar a su prójimo. Al mismo tiempo que se están pregonando estos principios, ellos dicen que esos principios valen nada más que para la vida terrena, pero que después ya no valen más, porque resulta que después nos dicen que nos van a torturar por la eternidad.
¿Te referís al infierno?
Claro, al infierno. Esa religión con esos principios ha sido apoyada por nuestra cultura. Nuestra cultura está impregnada de esa pasión por la crueldad que tiene occidente.
Los mayores cuadros, poemas, composiciones musicales han sido hechos y han sido usados para establecer este principio jurídico de intolerancia. Para decirlo con las palabras de Jesús: “el que no esta conmigo, está en contra de mí”.
Entonces nos encontramos en esta curiosa situación que nadie señala. Por una parte admiramos a Miguel Angel, Giotto, todos esos autores de estas ilustraciones de las torturas, que no es sólo una tortura del más allá, porque yo que era religioso, me la pasaba aterrorizado con la posibilidad de irme al infierno. Es decir, están produciendo un suplicio ahora.
Está todo deformado. Por ejemplo, la figura de Jesús que es el generador, que haya exisitido o que no haya existido… Lo que vale de Jesús no es que haya existido o no, lo que vale de Jesús es lo que está en los evangelios, y eso es lo que ha influído en toda nuestra cultura.
Por eso digo que sucede esta curiosa situación, de que nos encontramos con una cultura que contemporaneamente tiene una gran preocupación por los derechos humanos, que combate las dictaduras, las represiones, los excesos, pero al mismo tiempo una parte de esa cultura piensa que la otra parte merece ser torturada. Esto es lo que a mí mi preocupa y que trato de expresar en las obras que hago.
¿Cuál era la posición del artista, del intelectual, en los años ´60?
Yo en realidad no hago mayor diferencia entre artista, intelectual y quienes no lo son. No sé si el artista tiene una obligación mayor que los otros, acá no hago una jerarquización. Pero en épocas como esa creo que había que tomar alguna actitud.
En lo particular, yo hago esto porque me apasiona, no pretendo cambiar el mundo.
Pero reitero, nosotros estamos muy contaminados por occidente, en general hay una admiración por la cultura occidental, por la plástica, por la música. Los otros días charlaba con un psicólogo sobre “La Divina Comedia” y yo le decía que me parecía terrible -al margen de la belleza o no de la poesía- que una persona, en este caso Dante Alighieri haya dicho que había escrito eso con una función evangelizadora.
¿Cómo trabaja el artista en este fin de siglo en relación a otras épocas?
La diferencia de ahora con los ´60 es que antes uno trabajaba con una esperanza, estábamos convencidos y ahora no sé si hay esperanzas.
Yo trabajo en el el taller (dice Pedro Gaeta) con jóvenes que son macanudos, progresistas, pero uno ve que no se plantean tener esperanzas, como que están bloqueados…
Lo que pasa es que se ha perdido el entorno. Viven en un medio donde ven un montón de gente que perdió el trabajo, otros que tienen miedo a perderlo… los artistas se terminan refugiando.
Estás por publicar un libro…
Sí, me van a publicar un libro de poesías, que no eran poesías.
Empecé a hacer algo que llamo arte visual escrito, que tiene que ver con unos manuscritos que hice en 1964, y que lo toman ahora como uno de los antecedentes del arte conceptual. Ahora repito la idea y hago descripciones de cuadros, esculturas, instalaciones escritas que luego las transformo en poemas.
León ¿querés agregar algo más?
Si, que les agradezco mucho esta cariñosa atención.
León Ferrari: Dos visiones
sobre su obra
“Conocí a León Ferrari en la década del ´60. Participamos juntos en muestras sobre “Trelew”, “El Cordobazo”, en un homenaje al Che Guevara en 1967. Recuerdo una muestra en la SAAP- la mayoría de las muestras en esa época tenían un caracter político, de compromiso, de protesta- en la que todos mandamos pinturas y León llevó un afiche de Eva Perón. León Ferrari es un precursor de lo que ahora se denomina instalación, trabajar con objetos, con material de deshecho, con elementos extraplásticos”.
Pedro Gaeta
“La obra de León Ferrari me interesó desde el punto de vista que era un latinoamericano en el siglo XX, por su forma de trabajar, por esto que dice él que occidente tiene mucho que ver con la religión católica.
Me interesó mucho el tema de las escrituras, sus palabras son legibles y en un momento se transforman en unos garabatos que son más expresivos, más profundos, yo veo esto como muy latinoamericano, en contraposición con lo occidental”.
Magdalena Mujica(*)