SECUENCIAS Y ACTUALIZACIONES DEL ARTE
Por Gyula Kosice
Las divinidades mitológicas greco-romanas, germano, escandinavas, asiáticas y aborígenes americanas y de otras latitudes, nutridas de fábulas, de leyendas, de ficción o rito religioso viven entrelazados en el arte de cada época.
Todavía se cita alegóricamente a Atlas, hijo de Júpiter y rey de Mauritania, que sostiene el mundo sobre sus hombros, a Eros, dios griego del amor y Cupido de los romanos, con sus flechas hechizadas que no siempre dan en el blanco, y a Viracocha entre los aimaraes y los quichuas, dios de la luz, del fuego y del agua y creador del cielo, la tierra y del hombre, lo que no deja de ser una metáfora atrayente.
En las últimas décadas, nuevos puntos de vista hacen florecer resonancias que se perciben portentosas y diferenciadas, y emiten ondas expansivas, sin pedestales ni soportes visibles, sin una tácita explicación de las presencias recientes respecto al arte de un segundo Renacimiento.
En rigor los nuevos mitos están centrados en las computadoras, especialmente en la secuela de las máquinas de inteligencia artificial, máquinas cerebrales que fabrican pensamientos. En el Laboratorio de Medios del Instituto Tecnológico de Massachusets participan los más talentosos investigadores actuales, entre ellos Seymour Papert, Marvin Minsky, Alan Kay, Nicholas Negroponte y otros. Los interrogantes más urgentes se refieren a las conexiones del lenguaje y el arte. Cuando navegamos en el ciberespacio, ¿se prestigia la imagen en detrimento de la palabra, o ésta adquiere una dimensión más silenciosa y profunda y el pensamiento penetra en territorios no del todo definidos? ¿Es deseable acceder, a una combinatoria donde la palabra, el habla, la escritura, reproduzcan impresiones previas a su propia dicción, es decir, la alternancia de reseñar frases con un significativo equivalente a las complejas entidades cinéticas de visualización en directo, de impresiones sensoriales o táctiles?.
Pienso que toda esta lectura está correlacionada y desemboca ramificada y diseminada ampliamente en las milenarias huellas del ser pensante. Sobre todo cuando se trata de equiparar a las personas con las máquinas, o concebir la invención de otro idioma, la manipulación transtextual, las potencialidades de nuevos recorridos rediseñados para que la máquina adquiera a su vez aptitudes analíticas y sensoriales donde se ahonden y develen metas inéditas del arte y el intelecto.
Confrontar estos parámetros actuales y su dilatada perspectiva no harán detener el avance de las ideas, debemos disipar los antagonismos en esta época en que el concepto del átomo es reemplazado por los bits, sin forzar la naturaleza de la inteligencia humana. Los alcances cada vez más vulgarizados de las nuevas tecnologías y de la informática, están transformando la sociedad de nuestros días con Internet a escala planetaria. Es imprescindible tener en cuenta que pensar y sentir son inseparables . No es por la simulación que inventaremos esa inclasificable máquina, pero la realidad virtual apoya las experiencias necesarias para corroborar teorías intrincadas o intratables por las ciencias tradicionales. Todo esto provoca en el artista expectativas, desconfianza y originan acuciantes dilemas morales y éticos.
Todavía se cita alegóricamente a Atlas, hijo de Júpiter y rey de Mauritania, que sostiene el mundo sobre sus hombros, a Eros, dios griego del amor y Cupido de los romanos, con sus flechas hechizadas que no siempre dan en el blanco, y a Viracocha entre los aimaraes y los quichuas, dios de la luz, del fuego y del agua y creador del cielo, la tierra y del hombre, lo que no deja de ser una metáfora atrayente.
En las últimas décadas, nuevos puntos de vista hacen florecer resonancias que se perciben portentosas y diferenciadas, y emiten ondas expansivas, sin pedestales ni soportes visibles, sin una tácita explicación de las presencias recientes respecto al arte de un segundo Renacimiento.
En rigor los nuevos mitos están centrados en las computadoras, especialmente en la secuela de las máquinas de inteligencia artificial, máquinas cerebrales que fabrican pensamientos. En el Laboratorio de Medios del Instituto Tecnológico de Massachusets participan los más talentosos investigadores actuales, entre ellos Seymour Papert, Marvin Minsky, Alan Kay, Nicholas Negroponte y otros. Los interrogantes más urgentes se refieren a las conexiones del lenguaje y el arte. Cuando navegamos en el ciberespacio, ¿se prestigia la imagen en detrimento de la palabra, o ésta adquiere una dimensión más silenciosa y profunda y el pensamiento penetra en territorios no del todo definidos? ¿Es deseable acceder, a una combinatoria donde la palabra, el habla, la escritura, reproduzcan impresiones previas a su propia dicción, es decir, la alternancia de reseñar frases con un significativo equivalente a las complejas entidades cinéticas de visualización en directo, de impresiones sensoriales o táctiles?.
Pienso que toda esta lectura está correlacionada y desemboca ramificada y diseminada ampliamente en las milenarias huellas del ser pensante. Sobre todo cuando se trata de equiparar a las personas con las máquinas, o concebir la invención de otro idioma, la manipulación transtextual, las potencialidades de nuevos recorridos rediseñados para que la máquina adquiera a su vez aptitudes analíticas y sensoriales donde se ahonden y develen metas inéditas del arte y el intelecto.
Confrontar estos parámetros actuales y su dilatada perspectiva no harán detener el avance de las ideas, debemos disipar los antagonismos en esta época en que el concepto del átomo es reemplazado por los bits, sin forzar la naturaleza de la inteligencia humana. Los alcances cada vez más vulgarizados de las nuevas tecnologías y de la informática, están transformando la sociedad de nuestros días con Internet a escala planetaria. Es imprescindible tener en cuenta que pensar y sentir son inseparables . No es por la simulación que inventaremos esa inclasificable máquina, pero la realidad virtual apoya las experiencias necesarias para corroborar teorías intrincadas o intratables por las ciencias tradicionales. Todo esto provoca en el artista expectativas, desconfianza y originan acuciantes dilemas morales y éticos.
Una reciente proyección del grupo TEVAT sobre la cúpula de nuestro Planetario capitalino y nuestros postulados sobre el reconocimiento por medición de entropía, de patrones ordenados dentro de los movimientos caóticos, el análisis de los campos semánticos en circuitos combinados de neuronas artificiales y varios sistemas computacionales que simulan la arquitectura de nuestro cerebro, la telepresencia, el control remoto y las señales y acontecimientos que surgen de los avances en todas las disciplinas artísticas, se imbrincan dentro de estás pautas irreversibles.
Todo esto nos enfrenta a la natural resistencia al cambio, tanto en las relaciones societarias como en lo individual. En los límites de la pura intuición podemos formularnos una pregunta clave : ¿por qué entonces no crear un objeto no dimensional, una cosa, un artefacto, una máquina parlante dotada de inteligencia y sensibilidad y no una copia de nuestro cerebro?. No estamos sometiendo a juicio la presunción de que los objetos imaginarios tienen componentes reales entrelazados ficticiamente ni introducir malabarismos literarios de contraejemplos respecto al imperio del ser digital en su doble vía de comunicación personalizada y la interacción con arquetipos inconclusos.
Ostensiblemente, eliminar la redundancia es el factor que llega a mitigar hasta la moraleja para el supuesto mensaje fragmentado del arte, donde al pivote multimediático se le prodiga más relevancia que al azar, azar siempre inacabado, en movimiento, donde las indagaciones no terminan en las respuestas, ni configuran verdades absolutas. No obstante, es la mirada racional más válida para despejar las encrucijadas pluriculturales, es el perpetuum-mobile, entre paradojas abiertas y pronósticos autogestionables, sobre la estimación de inquietantes reconciliaciones.
La cuestión es recibir y sintonizar transferencia de información y generar presencias -sin intermediarios ni soportes tradicionales- que reivindiquen como emergente categórico y jubiloso, la creación.
De un arte de integración con la ciencia y la tecnología, devendrá la próxima constelación de mitos y un comportamiento alimentado por una crítica menos anacrónica, menos petrificada, más audaz y comprometida con el siglo veintiuno, donde se incrementará esencialmente la imaginación y la mayor conquista será la de nuestro propio tiempo, paradigma de una filosofía porvenirista que propicia la apertura a la anticipación con todos sus atributos críticos.
Nuestro rol, por lo tanto, es superar esta civilización de pantalla y ocupar el espacio realmente, orientar con total libertad el carácter multiopcional de nuestra duración hacia un destino de vocaciones apasionadas, crear mitos transformadores, ocios y trabajos en relación cósmica, en un entorno que aguarda que ejercitemos toda nuestra capacidad cognoscitiva y emocional, completar la frase del genio de Leonardo: “El arte é cosa mentale” con nuestras fecundas coordenadas sentimentales para poetizar el mundo. Como una venturosa consecuencia.
Todo esto nos enfrenta a la natural resistencia al cambio, tanto en las relaciones societarias como en lo individual. En los límites de la pura intuición podemos formularnos una pregunta clave : ¿por qué entonces no crear un objeto no dimensional, una cosa, un artefacto, una máquina parlante dotada de inteligencia y sensibilidad y no una copia de nuestro cerebro?. No estamos sometiendo a juicio la presunción de que los objetos imaginarios tienen componentes reales entrelazados ficticiamente ni introducir malabarismos literarios de contraejemplos respecto al imperio del ser digital en su doble vía de comunicación personalizada y la interacción con arquetipos inconclusos.
Ostensiblemente, eliminar la redundancia es el factor que llega a mitigar hasta la moraleja para el supuesto mensaje fragmentado del arte, donde al pivote multimediático se le prodiga más relevancia que al azar, azar siempre inacabado, en movimiento, donde las indagaciones no terminan en las respuestas, ni configuran verdades absolutas. No obstante, es la mirada racional más válida para despejar las encrucijadas pluriculturales, es el perpetuum-mobile, entre paradojas abiertas y pronósticos autogestionables, sobre la estimación de inquietantes reconciliaciones.
La cuestión es recibir y sintonizar transferencia de información y generar presencias -sin intermediarios ni soportes tradicionales- que reivindiquen como emergente categórico y jubiloso, la creación.
De un arte de integración con la ciencia y la tecnología, devendrá la próxima constelación de mitos y un comportamiento alimentado por una crítica menos anacrónica, menos petrificada, más audaz y comprometida con el siglo veintiuno, donde se incrementará esencialmente la imaginación y la mayor conquista será la de nuestro propio tiempo, paradigma de una filosofía porvenirista que propicia la apertura a la anticipación con todos sus atributos críticos.
Nuestro rol, por lo tanto, es superar esta civilización de pantalla y ocupar el espacio realmente, orientar con total libertad el carácter multiopcional de nuestra duración hacia un destino de vocaciones apasionadas, crear mitos transformadores, ocios y trabajos en relación cósmica, en un entorno que aguarda que ejercitemos toda nuestra capacidad cognoscitiva y emocional, completar la frase del genio de Leonardo: “El arte é cosa mentale” con nuestras fecundas coordenadas sentimentales para poetizar el mundo. Como una venturosa consecuencia.
Gyula Kosice
Nació en 1924. Escultor, plástico. teórico y poeta argentino, es uno de los precursores del arte de vanguardia cinético lumínico. Estudió dibujo y modelado en Academias Libres. Cofundador de la revista Arturo, en el año 1944.
Sus obras figuran en Museos y colecciones privadas de Argentina, América Latina, Estados Unidos, Europa y Asia.
Ha recibido el premio a la Trayectoria en Artes Plásticas otorgado por el Fondo Nacional de las Artes, en 1994.
“Homenaje a Kosice”, Museo de Arte Moderno de Bs. As. – 1994.
“Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires” – 1997.
“Anticipaciones”, Exposición en el Centro Cultural Recoleta – 1999.
Ha sido distinguido con el grado de “Caballero de las Artes y de las Letras” por el Gobierno de Francia en 1989.
Sus obras figuran en Museos y colecciones privadas de Argentina, América Latina, Estados Unidos, Europa y Asia.
Ha recibido el premio a la Trayectoria en Artes Plásticas otorgado por el Fondo Nacional de las Artes, en 1994.
“Homenaje a Kosice”, Museo de Arte Moderno de Bs. As. – 1994.
“Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires” – 1997.
“Anticipaciones”, Exposición en el Centro Cultural Recoleta – 1999.
Ha sido distinguido con el grado de “Caballero de las Artes y de las Letras” por el Gobierno de Francia en 1989.