Julia Olivari
“Hoy el artista tiene que ser un investigador”
Por ADRIANA GASPAR
G.A.: Julia ¿Por qué no nos hablás de tus vocaciones en el arte?
J.O.: Mis grandes vocaciones han sido dos, la pintura y la literatura. En un momento las dos se encontraron y se igualaron. Fue allí cuando tuve que optar por una. Cuando me di cuenta que lo que tenía que decir no lo podía decir escribiendo, porque no era esa la forma, me dediqué al dibujo y a la pintura.
Estuve trabajando mucho tiempo en esto. Después me casé y seguí trabajando hasta que llegué a la escenografía de la mano de Tito Del Monte, él era amigo nuestro y necesitaba hacer una escenografía en un teatro, necesitaba a alguien que le resolviera la escenografía, entonces me dijo: “vos que sabés pintar, dibujar, ¿podés darme una mano?”, yo le dije que si.
Al año siguiente me metí en la Cárcova y por suerte pude entrar, pasé siete u ocho años trabajando y estudiando, trabajé mucho en esto y por suerte me recibí. Me llamaron de Campana, allá estuve trabajando en una comedia musical. Luego me llamaron de Canal 13, allí estuve pocos meses porque no era lo mió, me di cuenta que el ritmo de la televisión no tiene nada que ver con la escenografía como yo la pensaba.
En el año 1982 me separé y en 1983 ya estaba anotada en la Escuela Manuel Belgrano de Bellas Artes, me abrí al mundo, estaba encaminada y tenia que valerme por mí misma.
Esto fue una gran experiencia y un gran conocimiento que me dio fuerzas para seguir.
Luego empecé a trabajar en la parte docente y comencé a hacer mi carrera como artista plástica. Pero una carrera muy blanda, la propuesta que yo tenía era un poco antigua, o por lo menos yo la veía así. Hasta que en el año 1989 comencé la serie de la crisis, que en ese momento se llamaba collage, la cual ya en el año 1996 fue la crisis. Porque me encontré con una cantidad de cosas que venían a mi.
G.A.: Cuándo hablas de la crisis, ¿te referís a la crisis de los valores?
J.O.: De todo, tenía todo para mí, entonces pensé que se me estaba dando lo que inconscientemente estaba buscando. Así seguí y aún hoy sigo buscando y encontrando y eso es lo más emocionante, se presentan las cosas como un abanico en el cual yo puedo decidir lo que quiero hacer.
G.A.: ¿Cómo canalizaste la escritura en tu obra?
J.O.: Yo la escritura la tengo un poco olvidada, la tengo inconscientemente olvidada, la tengo sumergida, no valorizada, pero eso no me produce angustia, lo tomo como algo que fue, algo que me dio muchas satisfacciones sobre todo a nivel personal.
Mi marido tenía una revista literaria “Ensayo Cultural”, comenzó en 1956 o 1957 y duró muchos años hasta 1973, en el que él decide cerrarla porque ya se avecinaba la dictadura militar. Publiqué un libro de poesías, éramos siete personas, también un libro de cuentos.
Pero yo lo tomo como un aprendizaje de vida, para mí es importante pero no fundamental, lo que me interesa es expresarme visualmente , así me siento completa y satisfecha.
G.A.: ¿Cómo fue tu evolución en esta serie de la crisis, desde que comenzó hasta estos años?
J.O.: Empezó muy tímidamente, porque en aquel entonces estábamos todos en una nube aparente. Se empezó a procesar eso, cuando empiezo a notar que me faltaba algo, yo consideraba que mi pintura era una cosa común y silvestre, no digo que ahora sea la octava maravilla pero en ese momento no tenía la investigación que tiene hoy. Hoy busco cosas que antes no buscaba, ahora aprendí a investigar y se lo que tengo que buscar y se lo que necesito y eso para mi es importantísimo.
G.A. : ¿Con qué intensidad seguís hoy desarrollando esta serie?
J.O.: Con menos intensidad pero con más sapiencia creo yo, menos alboroto y más tranquilidad.
Ahora me metí con la geometría sagrada, hay gente que me ha dicho algo, una palabra, o me ha hablado de algún tema y entonces empecé a buscar, entendiendo porqué los dioses o el dios o quien sea es una cosa importante. Entiendo que el mundo es matemático y yo no soy pero eso me atrapó porque me hizo ordenarme. Por ejemplo, viendo todas esas fotos que larga la Nasa con las estrellas, con el firmamento, eso que uno supone que existe es lo que me atrapa muchísimo.
G.A. : De los años 1980 en adelante, ¿hubo algún año especial, importante en la plástica argentina?
J.O.:: Si, el año 1987, porque había una inocencia del artista, del hombre y de la época.
G.A.: ¿Tenia que ver con esa democracia que todavía era nueva para nosotros?
J.O.: Por supuesto, porque ahí uno se puede explayar con todo.
Ahora mismo que todavía se siguen descubriendo cosas acerca de la dictadura y las cosas que todavía se descubrirán.
Te voy a contar algo que me pasó: la otra vez tenía la imagen de un N/N de un diario y se me ocurrió poner la mano por encima de la hoja, sobre la imagen de esa calavera, que allí estaba, vos sabes que me puse a llorar sin parar.
G.A.: ¿Cómo ves este arte post 2001, post crisis?
J.O.: Creo que se va a ir acomodando todo y se va a llegar a algo un poco más coherente, justamente te quería comentar acerca de esto el trabajo de Kar, eso es un experimento.
G.A: ¿Eso es arte para vos?
J.O.: No.
G.A.: ¿Por qué?
J.O.: Porque quiere transformar una realidad que no existe, no porque el arte sea real.
Quiere modificar el ADN de cada uno y no lo puede modificar.
Es interesante como experiencia pero no se lo puede llamar arte. Se puede aceptar todo pero siempre con limitaciones.
G.A.: ¿Cómo ves el arte conceptual de hoy en la Argentina?
J.O.: Yo veo que actualmente muchas obras de arte conceptual carecen de contenido.
G.A.: ¿Por qué pensás que pasa esto?
J.O.: Primeramente pienso que lo que pasa es que todos quieren llegar a un punto, y falta conocimiento, falta investigación, falta profundidad y estudio. Eso es lo que veo en el artista de hoy. Tiene que tener un trasfondo porque si no, no es creíble.
G.A.: ¿Cuál es el rol del crítico hoy?
J.O.: Hoy el crítico no es el del año 1987, en ese entonces estaban las jornadas de la crítica, que aunque comenzaron en los 80 siguieron en los 87, era un lustre, tenían realmente un brillo, vos les creías.
G.A.: Hablanos sobre los temas que incorporás en tu obra.
J.O.: Te voy a hablar de Cerop Circles (círculos de cosechas).
Estos son sembrados de trigo que no se sabe si son extraterrestres o terrestres los que hacen ese patrón fractal, son señales del espacio hacia nosotros. Esto está teniendo mucha influencia sobre mí. Me interesan estos temas, porque el artista no puede ser pedestre, tiene que estar en estado de gracia para recibir.
El artista tiene que ser lírico, tiene que pensar que hay otra cosa, tiene que sugerir, no puede ser directo, tiene que preservarse. Hoy el artista tiene que ser un investigador.
G.A. : ¿Cómo influye la globalización en los artistas?
J.O.: Todos quieren llegar y no pueden, porque hay otros que se adelantan más.
En general los artistas hoy no son serios, por supuesto no puedo generalizar, quizás hay falta de conocimiento. Falta comprometerse con lo que hacen, que ese trabajo que lleva un tiempo determinado no lo aborten en lo mejor.
G.A. : ¿Qué rol cumple hoy el Estado?
J.O.: No cumple ningún rol, solamente le interesa el poder.
El rol de la escuela es muy triste desde el conocimiento.
El rol de la educación acá es fatídico, el sistema es perverso.
Prólogo:
Los elementos plásticos de mi obra no trabajan aislados , esto me permitió volver a mi profesión de escenógrafa y sentir el placer de resignificarla en la construcción de maquetas de teatro, incorporando la cartapesta, telgopor, maderas, y cartones.
Esa es la razón por la cual se llama EXCENOPINTURAS, están entre la construcción escenográfica y los materiales pictóricos.
Inspirada en la crisis globalizada, los materiales que utilizo son de deshecho, reciclables por el color y la forma.
Con el proyecto crisis me involucré en escenopinturas o en la serie Fibonacci (referente de la geometría sagrada) como concepto lúdico de apariencias y repeticiones en un acercamiento hacia el teatro pero, desde otro ángulo, logrando la unificación del soporte y la deconstrucción de la forma.
He tratado de buscar un arte más comprometido, más político, porque estamos frente a una estética periférica de bordes y el arte contemporáneo sea cual fuere su acepción, es el arte de la presentación, en donde la obra es abierta y decodificada en las multimiradas del espectador.
Por esta razón es necesario la persistencia del ARTE como un SABER, no de un saber hacer tan sólo tecnológico, ya que el artista debe ser un agente de un conocimiento de saberes de la época.
Y esta definición sitúa al arte mas allá de su condición de objeto de estudio. Para poder verificar esa condición se debe reconocer al arte no ya como objeto de conocimiento sino como objeto de SABER.
Julia Olivari