Medios

Juan Carlos Dual

“Los derechos humanos es el tema que más hemos rescatado nosotros”

Por LUIS RAÚL CALVO

G.A.: Juan Carlos, por qué no nos cuenta cómo comenzó su vocación artística…
J.C.D.:  Como la mayoría, con el teatro. Estudié y egresé del I.S.E.R. (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica) en el año 1956. En esa época existían tres únicas escuelas de teatro en el país: el Conservatorio, el Seminario y el ISER.
Las tres enseñaban teatro, con la diferencia que el ISER tenía también un acople: la radio, para obtener en locutores el título radiofónico.
Luego de egresados un grupito de alumnos formamos un teatro independiente.  Alquilamos en Radio Libertad un espacio de media hora los domingos, hicimos obras en un acto pero todas de teatro, como Las Dos Carátulas, en miniatura y ahí nos fuimos fogueando. No era “el teatro” pero por lo menos fuimos encontrando los tonos, las notas y hacernos  un oficio.
Paralelamente  a eso hacíamos teatro en el barrio, en aquellos clubes que tenían baile, íbamos a pedir de actuar y antes del baile hacíamos teatro…

G:A.: Estamos hablando de la década del 60…
J.C.D.: Si, fines de los años 56 y 57 y la década del 60. Hacíamos radio los domingos, ensayábamos toda la semana pero además los sábados hacíamos funciones de teatro tanto en Chacarita, como en Almagro, como en Villa Malcom en la calle Córdoba, como en Huracán, en el Centro de Almaceneros.

G.A.: ¿Hay maestros que por algún motivo lo marcaron?
J.C.D.: Tuve muchos maestros y muy importantes, pero hay una maestra del San Martín que hizo algo que me pareció sobresaliente. A mitad de año a nuestro curso ingresó ella en reemplazo de otro profesor. Dijo “voy a comenzar a tomar nota a los alumnos con bajo puntaje” y claro, siempre existe simpatía o antipatía en los profesores y así los que estábamos abajo por rebeldes o por otras cosas, pasamos a estar arriba y eso me pareció extraordinario. “voy a empezar por los de abajo antes de empezar por los de arriba”, decía ella. Y empezando por los de abajo fue descubriendo que evidentemente algo pasaba con los que siempre quedaban rezagados, eso marcó una diferencia: los buenos ya están, bien voy a ver como son los malos, se pueden descubrir vicios, imperfecciones…

G.A.:  Ha pasado por la radio, el cine, la televisión y el teatro. ¿Cuál es el ámbito donde se siente mejor?
J.C.D.: Hoy por hoy es el teatro. Voy a hacer Cremona de Armando Discépolo, dirigida por Elena Tritek,  que será representada en el Teatro Nacional Cervantes este año.
La televisión es una vidriera, es la vidriera en donde una figura puede hacerse popular, como puede ganar plata también. Yo empecé estudiando cine detrás de la cámara, pase a estudiar actuación  en teatro y terminé haciendo más televisión y los éxitos míos, los que me dieron una popularidad y un nombre se los debo a la TV. Pero la elaboración, la creación, el trabajo, el esfuerzo, todo ese aprendizaje que día a día te va dando no obstante haber estado ensayando y hoy ya debutando lo tenés en el teatro.

G.A.: Haciendo un recorrido por lo que fueron sus comienzos y su época, ¿cómo ve hoy la realidad para un actor que se forma en estos tiempos?
J.C.D.: En cuanto a la formación puede ser igual, un poco más, un  poco menos. La época que le tocó vivir a uno ya es distinto. A mí me tocó vivir una época casi  sin faltarle respeto a la palabra y mucho menos a darle un matiz dramático.  Fue una época revolucionaria en materia de teatro.  Los que egresamos, empezamos a tomar conciencia de un teatro que se  necesitaba. Se necesitaba un Tennessee Williams  para poner en el escenario  ya que el teatro comercial no lo ponía, se necesitaba un Miller poner en el teatro  ya que el teatro comercial no lo tomaba en cuenta. Entonces dijimos nosotros tenemos que hacer este tipo de teatro.
Bueno, se creó el Teatro Independiente, todos éramos independientes, aquellos que podíamos tener una sala y yo la tuve en Maipú y Corrientes  en el Teatro Casino. En uno de los pasillos del Teatro Casino en el subsuelo hicimos  teatro para 120, 150 personas y ahí hicimos grandes repertorios Wilde, Bernard Shaw, Ionesco, todo aquello que no entraba en el teatro comercial y empezó a haber un público ávido por esa nueva formación teatral. Esa época nos marcó a nosotros románticamente, revolucionariamente, nos quedó siempre la nostalgia de ese teatro en donde no se buscaba un fin comercial, el fin comercial era para la continuidad, no era para el triunfo personal de cada uno. Era todo una especie de cooperativa, si nos iba bien continuábamos la obra o iniciábamos otra, por eso se le llamó Teatro Independiente, éramos independientes de los intereses comerciales. Salía mucha plata de nuestros bolsillos pero eso se generaba con un voluntarismo propio y con una necesidad y una ansiedad de iniciar un mercado diferente al que se estaba haciendo, no rechazándolo  pero sí obligando a una exigencia mayor, y entonces empezaron a salir los Gorostiza, los Cossa, los Viale, los grandes autores argentinos que salieron  del movimiento independiente.

G.A.: Comparando aquella época con nuestros días, ¿existen diferencias, sigue habiendo ese mismo interés…?
J.C.D.: Hoy por hoy hay una cantidad de salas chicas, creo que exactamente la misma proporción que había en nuestra  época. Son salas de ciento treinta, ciento cincuenta localidades y hay formaciones de actores que yo no conozco que habrán egresado del Conservatorio, que no tienen trascendencia en televisión y están haciendo repertorios maravillosos también nuevos; argentinos o europeos.

G.A.: Volviendo a esta realidad del Teatro Cervantes y la próxima obra, ¿Cuándo largan?
J.C.D.: Empezamos el 10 de abril a ensayar y  estrenamos el 10 de junio.

G.A.: ¿Cómo es la preparación del personaje, como se nutre el actor?
J.C.D.: Nunca hice grotesco y no pensaba hacerlo, pero me convencieron. Vi a los grandes hacer grotesco, a Arata, Ruggero, Charmiello, que eran un poco el grotesco y otros un poco el  cocoliche. Los disfruté viéndolos y los  sigo respetando  muchísimo.
La elaboración es una lucha muy grande, yo tengo a mi mujer que sabe italiano y cuando yo empiezo a crear este personaje que Discépolo hizo, mi mujer me corrige. Y le digo perdoname pero yo no puedo  hablar el italiano. Imagínate esto: un inmigrante que viene de Italia  se mete en un conventillo, no se mete en el centro y el tipo tiene como costumbre decir la donna, pero acá en Buenos Aires se dice mujer, y en lunfardo mina y el dice por ejemplo muker… porque no puede pronunciar aún correctamente. Esos actores  habían visto al italiano acriollado, al italiano compadrito, al  italiano tratando de no ser gringo, conociendo el código de idioma que se hablaba en los conventillos, para no pasar por tontos o por gringos.

G.A.: ¿Cómo es Cremona de Discépolo?
J.C.D.: En Cremona, el hecho es de una ternura, de un dolor muy profundo, con una visión totalmente diferente, hay escenas que son de antología, con distintos personajes, el villano y el bueno. Se juega la  ironía, la crueldad. Pero la escena pasa a ser entre el cretinismo de uno y el otro,   pasa a ser tan absurda que lleva a reirte.
Trata de dos culturas que se mezclan en un mismo espacio que es la europea que viene de una Primera Guerra Mundial a buscar un poco de paz, y se encuentra con un país en subdesarrollo. No está industrializado, no hay trabajo, pero ya no es el infierno para el europeo,  en cambio para el argentino sí.  Son dos formas de sobrevivir. El europeo que parece conformista, pero lo que pasa que vio tantas cosas graves que ahora ver esto en comparación no es tanto, pero éste que no la vivió y que ahora la empieza a vivir le suena a infierno. Siguen siendo pobres criaturas, ambos sobreviven, unos con más tolerancia y otros con menos tolerancia, jodiendo al prójimo. Armando Discépolo la transforma en Babilonia, la transforma  en Mateo, en el Organito  y el hermano en los tangos. Gente que vivía en los conventillos muy pobre que apenas tenía para comer. Este tipo de teatro que estamos rescatando ahora cuenta todas las penurias de una y otra gente, del inmigrante y del que nació acá,  del año 20, 30.

G.A.: ¿Hay autores que describan la  sociedad de hoy en día, como los hubo en aquel momento?
J.C.D.: No, o a lo mejor sí, pero nos quedamos mucho en algo que nos dolió profundamente y nos sigue doliendo que es la desaparición de personas, que es la tortura, que es la muerte. Es como que se repite permanentemente ese tema, ya  no solamente en la gente grande, sino también en la gente joven. Ha impresionado mucho y escriben mucho sobre ese tema. Los Derechos Humanos, por darle un nombre a este sufrimiento,  es el tema que más hemos rescatado nosotros. Nos faltó un Viale que rescatara grotescamente  uno de los  hechos más trágicos que es  cuando se quedaron con nuestro dinero, la confiscación de los bienes, el problema con los jubilados, las villas miserias,  estos temas no son tratados como temas importantes a pesar que los sufre nuestro país. Quizá aparecen  en otro espacio que yo desconozco, no quiero ser injusto.

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