La Llave de la Caverna
Sección de poesía “Antonio Aliberti“
Hechos Vulgares
La vida es este despilfarro
De hechos vulgares, vano
Más que cruel
Eugenio Montale
Más que crueles, pasos inocentes
en la casa, sobre los ausentes
surcos de la memoria, en las mismas
circunstancias impresas en el día,
hechos, ruidos, accidentes,
recuerdos en el polvo familiar,
en un alud de roces y murmullos.
Más que el tiempo que hoy
devora íntegramente lo que somos
y devuelve al mañana un vano ser
que recomienza el ejercicio diario,
y más que un rostro cruel y erosionado,
dejamos esta antigua constancia
de haber amado sin medida,
diría vulgarmente.
Alberto Luis Ponzo
(véanse los changuitos puestos de a pares, como postes).
Gritan, se agitan, resuena en la pelota
el seco reventón de un zapatazo.
Parece que hubo un gol, pero no, canturrean
“que los cumplas feliz, que los cumplas…”.
–Ahí nomás sacan el tetra– decís,
y ves que empiezan a abrazarse.
Reunidos, vociferando en un rincón de la canchita:
sus risas son como arabescos en la noche.
Quizá los ruidos
sean palabras que nacen muertas,
roces cenicientos, friegas de escombro
en el abertal de las noches.
Tal vez tengan la intención del verbo
replegados a un solo cuanto
todavía perplejo, mínimo y mortal.
Una de estas tardes,
desde mi ventana más asumida,
dejaré caer la voz;
sabrán si busco una respuesta
o si asumo la desdicha.
Por una palabra justa
cedería parte de lo que soy
al instante siguiente.
Los ruidos, sin duda,
no son más que sílabas,aunque grites.
Cada noche cortamos el pan de la cena,
tristes como un árbol a la hora del crepúsculo,
ásperos como los perros
que despedazan a sus dueños.
Sitiados por el agua y la tierra,
por la luz y las sombras,
de arriba y de abajo,
dividimos las venas de los hombres,
bebemos de los senos de la noche,
sin poder escapar,
hambrientos de amor,
sedientos de claridad,
purificados por el aliento de la nada.
Horacio Préler
¿En dónde estoy?
Alba de luz intensa, fuente de luz, quásar, nostalgia.
El silencio fluye a raudales
pero escucho voces del pasado reciente,
del ahora lejano.
Un golpe en el cerebro, en la memoria, en el límite,
un golpe artero
hizo que mi fuente se secara,
que mi alba se oscureciera.
¿En dónde estoy?
¿En dónde están mis manos sin tiza entre los dedos?
¿En qué alumnos se quedó mi futuro,
en qué reacción enloquecida culminó mi protesta?
Jorge Luis Estrella