Lorenzo Quinteros
“El teatro independiente es la verdadera cuna de los teatristas”
Entrevista a cargo de ROMINA CALVO*
G.A.: ¿Qué recuerdos tiene de sus comienzos como actor?
L.Q.: Depende de donde ponga el comienzo. Lo primero que hice en mi vida fue a los quince años en mi pueblo, la provincia de Córdoba, participando de una obra que se hizo a nivel vocacional. Tengo muchos recuerdos porque fue mi primera experiencia.
G.A.: ¿Cómo se llamaba la obra?
L.Q.: “Los árboles mueren de pie”, es como un caballito de batalla para los grupos del interior. Uno vive este tipo de experiencias como una gran exposición, llena de nervios.
G.A.: ¿Cómo continúa su vida actoral?
L.Q.: Bueno, cuando vengo a Buenos Aires me inscribo en la Escuela Nacional de Arte Dramático, lo que ahora es el I.U.N.A. Hago mis estudios ahí, durante cuatro años.
G.A.: Hablando de arte dramático ¿cómo fueron sus primeros años como profesor?
L.Q.: Yo empecé de un modo natural. Estando en el final de la carrera, en la Escuela Nacional de Arte Dramático, en cuarto año, me acuerdo que ya comencé a trabajar con algunos compañeros que comenzaban en primer año la carrera, ayudándolos y haciendo prácticas con ellos.
G.A.: ¿De qué modo los ayudaba?
L.Q.: Los ayudaba a armar las escenas que tenían que mostrarle al profesor. Siempre me dio por ese lado, por un lado actuar y al mismo tiempo dirigir o enseñar, para mí el teatro es todo eso.
Muchos años después tuve la posibilidad de hacer talleres de teatro y enseñar.
G.A.: ¿En qué lugares estuvo?
L.Q.: Durante algunos años dicté clases en la E.N.A.D (Escuela Nacional de Arte Dramático). Era muy joven, ahí conocí a Gandolfo y me acuerdo que él me legó de alguna manera un grupo de teatro que él tenía a nivel particular, ya que no podía continuar con el mismo.
G.A.: Fue un gran espaldarazo para usted…
L.Q.: Claro, sentí una gran satisfacción que Gandolfo me legara ese grupo suyo de teatro, porque ello implicaba que confiaba en mí.
G.A.: ¿Sigue actualmente dando cursos de actuación y dirección para actores?
L.Q.: Sí, sigo dando cursos de actuación y dirección también, pero no para actores. Este es un término que se usa bastante pero que está mal empleado porque creo que de esa manera se separa el concepto de dirigir y de poner en escena, y dirigir y poner en escena es exactamente lo mismo. O sea, el director es el director de los actores pero también de los escenógrafos, de los iluminadores, dirige el espectáculo, digamos. Es el director de la puesta en escena, que sí es una creación colectiva.
G.A.: En dónde dicta clases actualmente?
L.Q.: Enseño también esto de una manera indirecta, porque no tengo actualmente un taller de dirección propiamente dicho, sino que estoy en la E.M.A.D, que es la Escuela Municipal de Arte Dramático, dando un taller que es Dirección y Puesta en Escena, pero que está dedicado a la comunidad, no es catedrático, es un taller propiamente dicho, no es un curso ni mucho menos una cátedra. Los alumnos van y hacen su práctica. Yo los coordino más que nada, si tengo que enseñarles algo lo hago, les transmito lo que he aprendido.
G.A.: ¿De qué modo transitó su experiencia como docente en España, un país con una cultura y costumbres diferentes a las nuestras?
L.Q.: Hay muchos profesores argentinos que dieron cursos allí y les ha ido bien. A mí también me fue bien el año en que estuve. Los alumnos me pedían que me quedara porque en esa época en Madrid no había un gran desarrollo del arte dramático. Era un teatro donde se confiaba más en el hacer mismo, en la práctica y en la herencia, es decir en el legado de los mayores a los menores, como fue el teatro acá en alguna época.
Argentina es un país de vanguardia en ese sentido, es un país muy desarrollado en lo que se llamaría pedagogías teatrales.
G.A.: ¿Cómo compatibilizó, en algún momento, el actuar y el dirigir al mismo tiempo?
L.Q.: A veces bien y a veces mal. Recuerdo experiencias muy buenas donde dirigir y actuar se fusionaron naturalmente, como por ejemplo en uno de los primeros espectáculos que hice en mi vida que fue “Porca Miseria”, pero ahí me acuerdo que utilicé un artilugio por decirlo de alguna manera que fue no actuar desde el principio. Me metí en el segundo cuadro de la obra (en total tenía cuatro cuadros). Fue un procedimiento que utilicé y me dio resultado porque eso hizo posible que yo pudiera ver el arranque del material estando afuera, una vez que la obra había arrancado y los tres personajes de la obra ya estaban encaminados como así también el relato escénico.
Después hubo otras experiencias que no fueron tan buenas en lo personal como actor y dirigiendo al mismo tiempo, aunque el resultado de la obra resultó bueno igual.
G.A.: Por qué en lo personal sintió que no fue buena la experiencia?
L.Q.: Porque sentí como una especie de tironeo entre una cosa y la otra. De pronto actuaba y estaba observando como estaba saliendo lo demás y eso no es bueno. La dirección es una función que requiere que la persona que la ejerce esté afuera.
G.A.: En un solo lugar, observando…
L.Q.: Claro, y el actor necesita para entregarse estar adentro porque si no, no se entrega nunca. El actor no necesita pensar tanto cuando actúa, se tiene que dejar llevar más por la acción, por la situación.
G.A.: Cuéntenos un poco sobre su actuación en la obra “Pezones Mariposa”, dirigida por Bernardo Cappa.
L.Q.: “Pezones Mariposa” es una experiencia riquísima, que me gratifica mucho, es una creación grupal. Es como que volví al comienzo de mi trabajo participando en una creación grupal, en este caso invitado por Bernardo Cappa.
Él lo primero que hizo fue armar el grupo de actores, tres en este caso, porque ya tenía en la cabeza una estructura, una situación que se desarrolla en un club de barrio, más precisamente en el buffet del club. Yo soy el que atiende el buffet, hay otro personaje que hace Fernández de Rosa que es una especie de discípulo, de promesa futbolística y hay un tercer personaje que lo hace Darío Levy que es un miembro de la comisión directiva a quien quieren echar.
Bernardo planteó con mucha claridad este sistema de estructura dramática, este sistema de fuerzas de choque que hay en una obra, porque los tres entramos en conflicto.
Estoy muy contento porque nos va muy bien en el sentido teatral, es un lindo trabajo que da ganas de hacerlo todas las noches (en realidad las funciones son viernes, sábado y domingo).
Como te decía antes, la idea nació de Bernardo y luego el texto se fue escribiendo durante los ensayos, con nuestros aportes, por eso digo que es una creación grupal.
Es muy gratificante hacer la obra, en cada función siempre se presenta como alguna novedad, que es lo lindo que tiene el teatro, esa cosa viva, fresca.
En este momento de mi vida tengo muchas más ganas de hacer este tipo de cosas que hacer teatro con textos ya superescritos y afirmados y con textos grandes como los que hice últimamente.
G.A.: En 1995 le hicimos una entrevista para “Generación Abierta” y por aquellos años usted afirmaba entre otros conceptos importantes que “los premios son una fiesta de vanidades”…
L.Q.: El tema de los premios no ha cambiado (sonrisas). En realidad la existencia de premios es para eso: para que alguno de vez en cuando, cuando nos toca un premio, nos sintamos como en una especie de gloria, de felicidad y ahí metemos el ego. Creo que sigue siendo una fiesta de vanidades, el sistema de premios en general.
G.A.: ¿Qué le sugiere la gran cantidad de obras que hay en cartel en nuestra ciudad, en especial las que están relacionadas con el teatro independiente?
L.Q.: Es un hecho muy bueno, muy auspicioso. El teatro argentino y en particular el de Buenos Aires tiene una gran creatividad, hay muchos grupos y muchos espectadores, además del teatro independiente que se hace en salas chicas y eso le brinda a los creadores la posibilidad de crecer, tanto para los actores, como para los directores y los autores. El teatro independiente es la verdadera cuna de los teatristas. El que no nace de ahí, viene de otro lado, como la televisión.
G.A.: ¿Algún proyecto en vista para el futuro?
L.Q.: No tengo nada concreto como que tal día comienzo a ensayar tal cosa, pero siempre estamos pergeñando cosas, esperando que se concreten algunas pocas, para que otros proyectos se desarrollen.
Pero en realidad me siento tan contento con esta obra de Bernardo Cappa que no me siento necesitado de que me llamen para otra cosa. Estoy bien con esto, con mis lecturas teatrales.
En cine hice una película el año pasado, que ya la terminaron y la tengo que ver en estos días, se llama “Armonías del caos”, es el primer largometraje de Mauro López.
* Entrevista realizada en Julio de 2011