Máximo Simpson(1929-2017): Poetas en Generación Abierta (9)
Añoranza
Añoro el siglo XXII, el XXXI,
y busco por los aires un atisbo,
apenas un sonido,
de las nuevas ciudades que anuncian los Escribas.
No quiero ser ajeno a los sucesos
que acontezcan a un paso de mi olfato,
de mis viejos proyectos de habitante sin más.
Me preocupa saber
quién un día conversará con otros,
sustitutos de mí,
que estoy ahora reclinado en mi cuarto,
en este mundo de hoy y con el peso
del más confuso ayer.
Sé que todo es difícil pero aguardo
los tiempos eventuales,
los partidos de rugby, los de béisbol,
las ansiosas, veloces maratones de poesía,
y la caza mayo en selva virgen
de próximas edades,
y quisiera ser parte, estar allá,
donde un sol resplandezca.
El ayer
¿El ayer es un vaho indefinible,
una brisa sin aire, sofocada?
Yo no sé si lo acosan disonancias,
pero arroja humedad, exhala hedor
desde improbables cúpulas,
aunque tal vez puede asentarse
-nadie sabe-
en la hebra de luz de lo violáceo,
o en la equívoca ubre del destierro.
Pero acaso el ayer sólo es la estela
de un baúl que navega a la deriva,
de un cuchillo vencido que relumbra
y se instala de pronto como un desasosiego.
Hoy el aire es muy denso, muy oscuro,
y gravita un perfume desvalido,
y chispea el cuchillo, y es la hora del té,
y el violín enterrado entona salmos.
Es inútil
Es inútil volver a preguntar
si alguien tiene reloj,
si alguien sabe la hora,
porque he sabido que atrios,
contraseñas,
aniversarios, dioses cabizbajos,
palenques, aranceles,
son hebras que un orate deshilvana (2)*
con desdén inmortal,
oh, Señor,
oh pastor de las nieblas,
oh Twitter,
Microsoft,
oh Facebook.
*(2) Este verso se inspira en un verso suyo del poema “Centella”.
Poderes del sueño
Después de muchos años, volvió a casa mi padre
montado en un caballo pensativo. Sostenía en la
espalda su mesa de trabajo y un reloj en la frente, y
cantaba, cantaba.
Luego conversamos de cosas de otro tiempo, y de
aquello que entonces no pudimos, no pudimos, y
nombramos aquéllo, y tocamos a fondo el bandoneón
sediento, las barbas del exilio, y dimos cuerda a los
relojes, y visitamos el olvido, y prometimos vernos,
y reímos muy juntos, y lloramos.
Y dijimos qué altos los poderes del Sueño, y dijimos
el Sueño vence al Tiempo, y nos miramos a los ojos, nos
tomamos las manos y partimos.
Poderes de lo eterno o el instante infinito
Creí que era un traspié definitivo, y sólo atiné, si
así puede decirse, a balbucear conmigo mismo. No
recuerdo mi entorno, pero impregnado de oscuridad
o ceguera, o sumido en un claror inadmisible, me
dije más o menos estas cosas:
Ya no habrá más muertes, ya no habrá más nacimientos.
Ya no habrá duelos, ya no habrá “pasado” ni evolución de
las especies. Ya no habrá adverbios de tiempo y nadie
hará “proyectos” individuales o colectivos, nadie predecirá
el “futuro”, nadie dirá “mañana”, “hace tres
meses” o “el año próximo”, expresiones pertenecientes a
una lengua de la que me cuesta desprenderme.
No sé si me explico bien, no sé si esto es benéfico o no
para la especie humana, por no hablar de águilas y
hormigas, elefantes o perros o delfines. Pero ahora nada
“transcurre”, todo es. Apenas concluida la escritura de mi
último texto, “Poderes del sueño”, he sido arrojado fuera
de la sucesión temporal, y ya nada “será”. La idea de futuro,
o de una aurora o mesías que muchos esperaban con ansiedad,
ha sido sepultada con todos los honores, junto al pasado y a
todas las formas verbales que remitían a un supuesto “decurso”
favorable o propiciatorio.
Todo es, todo existe, y eso es todo, o nada, o quién sabe.
Máximo Simpson: Nació en Buenos Aires en 1929.
Periodista y profesor universitario, residió largos años en México y Brasil.
Obra publicada: “Tupac Amaru” (1960); “Más poesía” (1962); “Poemas del hotel melancólico” (1963); “Estación final” (1981); “Hacia dónde tan lejos” (1981); “Estación final” (1985); “Elegías americanas” (1992); “La casa y otras visiones” (1995); “Alrededores” (1999); “Esta precaria luz”-Antología poética- (2004); “A final de cuentas” (2006); “Transcurso” (2013).
En 2006 recibió el Premio Esteban Echeverría por su trayectoria literaria, que otorga la Asociación Gente de Letras de Buenos Aires, Argentina.
En 2007, la Asociación “Poetas de las dos Orillas” (Montevideo, Uruguay) le otorgó la distinción María Eugenia Vaz Ferreira por su obra poética.
En 2008 recibió el Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía.
En 2012 le fue adjudicado el Premio Trayectoria por la Asociación de Premiados Argentinos.