Horacio Preler (1929-2015): Poetas en Generación Abierta(11)
XXII
Dios, dame los días que me correspondan,
no quiero los ajenos
no quiero la alegría que has entregado al mundo
ni la herida del alma clausurada sobre la rutina.
Todo es efímero
pero la gloria de vivir
atraviesa la sangre vulnerada.
El ojo de la locura puesto sobre el conocimiento
es el signo del agua sobre la verdad.
XXVII
Nada existe para la eternidad
y el tiempo calma la hostilidad del mundo.
Lo que es natural deriva
hacia la herida cortante de la noche
mientras el día se interroga a sí mismo.
En los jardines del silencio
nace una voz sigilosa
y el aire parpadea cuando aparece el sol.
Es la magia que ilumina
el milagro de la secreta tierra.
¿Cuál es el agua más perfecta?
¿Cuál la palabra más digna?
Todo se oculta en la estructura de la vigilia
que amanece cubierta de cenizas.
El universo se adueña de nosotros,
somos su identidad,
la larga historia de su sombra.
Con la misma sangre y con el mismo llanto
atravesamos el muro de la infancia
y nuestros pensamientos
serán el ojo cerrado de la creación.
Viajamos de un día hacia la noche,
lugares desterrados de la fantasía,
sueño de un dios desorientado
que vigila su único universo.
Casa Vacía
Alguien alguna vez hará el inventario de las cosas
levantará papeles, abrirá los cajones de un escritorio
antiguo, revisará bibliotecas, estanterías,
muebles, aparatos usados, buscando explicación
a tanta fantasía.
Nada perdurará para dar testimonio.
Uno se lleva todo. Sus historias
la clave de sus miedos, la lóbrega codicia,
la indiferencia, el odio,
los almanaques viejos.
Entonces encontrarán escobas en todos los rincones,
trapos de piso, humedad,
los restos de comida que han quedado en el plato.
Zona de Entendimiento
A veces pensamos que la soledad
es una cosa que podemos manejar
como si fuera una materia inerte.
Vemos la claridad desde la ventana
mientras la brisa mueve las cortinas.
El perro duerme debajo de la silla
y las horas pasan
como un ciego tanteando las baldosas.
En la mesa se amontonan libros y papeles.
Entonces nos acomodamos en un rincón
y buscamos imágenes de un paisaje ignorado.
Todo el silencio regresa de la calle
y se sitúa en la casa.
Nada se mueve, nadie habla.
La tarde es un atajo,
una zona de entendimiento
que nos mira desde la eternidad.
Amor Infinito
Amar, amar infinitamente
hasta que la razón del otoño integre los objetos
comunes,
hasta que la penumbra del alma se comprima
y salte de la médula
el vaso cóncavo de la madrugada.
Amar hasta que no exista paisaje que no pueda
nombrarse,
hasta que la primera cosecha
pueda neutralizar la apariencia del sol.
Amar hasta que lo recóndito del pensamiento
acerque el rumor de lo humano,
hasta que la mansedumbre de la hierba
retenga el sentido milenario del árbol.
Amar hasta que el deteriorado hueso de la infancia,
quiebre el intento de detener la muerte.
Amar desde la lluvia el pozo del horizonte,
el desnivel de nuestras dudas,
el encuentro con el dios omnipotente de la nada.
Horacio Preler: Nació en La Plata (Argentina) en 1929. Abogado, poeta.
Obra publicada: “Institución de la tristeza” (1966), “Lo abstracto y lo concreto” (1973), “La razón migratoria” (1977), “El ojo y la piedra” (1981), “Lo real, nuestra casa” (1991), “Oscura memoria” (1992), “Zona de entendimiento” (1999), “Silencio de hierba (2001), “Casa vacía” (2003), “Aquello que uno ama” (2006), “La vida se interroga” ( 2012),”Pájaros oscuros” (2013).
Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías poéticas.
En 1981 recibió la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores; en 1996 el Premio Consagración de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires y en 2004 la Academia Argentina de Letras le otorgó el Premio de Poesía (trienio 2001/2003) por su obra “Silencio de hierba).
El segmento “Poeta en el Recuerdo”, del Café Literario y de Arte “Antonio Aliberti”, en el Café “Montserrat”, al cual Horacio Preler concurría habitualmente, pese a la distancia geográfica, lleva su nombre desde el año 2018.
Falleció en el año 2015.