Ricardo Rubio (1951-2022): Poetas en Generación Abierta (15)
Resplandores
Ves que la noche esparce carbones por el aire
y sientes la piel de un roce en los recuerdos.
Imaginas los dedos revisando ebrios la negrura
y en la insensatez del alma tu esperanza estalla.
La boca y los ojos se unen en la soledad
que siempre es una
ahondando el sabor que acuna la tristeza.
Brillan atónitas las uñas
y el dolor no se desdice.
Sólo tiempo en el tiempo,
diminutas huellas
que se hunden para siempre entre los meses;
arcano temor:
destino de tren antiguo
derramando un largo grito por el aire.
Los ojos se cierran a la danza o se abren al dolor
El tala se ciñe entre arrugas y silencio;
entra y sale del aire con una fuerza antigua.
Se lleva la última gota de las acequias
hacia un torrente invisible
que no alcanza su piel muda.
Cuando el monte envuelve su sed y su tristeza
el cielo lo ve alzar los brazos al viento.
Navegaré la eternidad para entender este porqué,
este confuso caracol que se ahoga entre arena y sal,
esta ambición que cae en las manos de la intolerancia,
este falso remanso de la idea.
¿Cómo ver el otro lado del espejo
cuando el núcleo está en la carne?
¿Cómo ser uno cuando desmayo?
La vida se contrae, se recuesta en la senilidad,
se apostema y se aturde.
El delirio invade las formas, la razón vacila,
la desnudez intenta un color en las tinieblas
y busca una especie, una estirpe, una tribu,
un cimiento donde sembrar el aire.
Pero la luz se hace noche, niebla, sopor,
confusión de lirios a la sombra de un nogal.
Carreras infames dibujan un pasar delgado y pueril.
El ocaso es demasiado vértigo para la desnudez.
Alrededores
Las aves
en la tarde,
las azucenas
y el silencio,
el fondo rojizo
del infinito,
todos habitan
este pequeño corazón.
La razón es ciega cuando se agita un prisma
Cualquier palabra no es tu palabra;
no es tuya la voz del niño
con garganta de trueno,
ni el color del tulipán, ni la brisa del sur.
Ese escudo no te cubre del temor,
esa cota no impide el paso de las flechas.
A veces, la luz se dispersa
para dejar un hueco confuso
en el ojo de los hombres.
Cuando los bosques en tierras aún indecibles
no imaginaban su follaje,
cuando el sol era un punto
con todos los puntos encendidos,
cuando los astros eran fragmentos
de un único astro incomprensible y loco,
y la molécula vibraba en la insistencia,
el escriba ya era parte de un recuerdo
en la materia,
y aunque sus ojos no atinaban ni el espíritu
ni el hueso, ni el calor, ni la intemperie,
en su inercia la vida planeaba la risa de la pasión
y el cuarto oscuro de la ciencia.
Luego un hombre entrevió el roce, la fisura,
el músculo partido
por la simple disolución de la franqueza.
Y gimió.
Carta desde el día
Tengo para contarte
la trémula luz de las mañanas,
el incierto destino que amenaza la sequía
y el raro azul de los ocasos.
Tengo que hablarte algo más de los desiertos,
algunas palabras que en silencio reclamen
en los lánguidos ojos de agua
aquellas sombras que ocultan.
Unas pocas letras que enarbolen la locura.
Tengo que contarte de las especies,
de los rincones del temor y de los miedos;
y nombrar un poco más a los olvidos,
a los tiempos y a los espacios,
y al origen del mundo.
Tengo la obligación
de atravesar la espesura de los designios
e inventarme un nuevo reloj sin números.
Tengo para decirte algo más todavía:
y es este centavo de misterio,
esta luz de fuego,
un alud.
Ricardo Rubio: Nació en Buenos Aires en 1951, falleció el 25 de Mayo de 2022.
Novelista, poeta, ensayista y dramaturgo argentino. Doctor Honoris Causa por la Higher Education Academy of Sciences of Ukraine. Fragmentos de su obra poética han sido traducidos al francés (por Alba Correa Escandell, por Françoise Laly y Dmytro Tchystiak), al italiano (por Antonio Aliberti, Enzo Bonventre, Giuseppe Napolitano y Marcela Filippi), al alemán (por José Pablo Quevedo y Johannes Beilhartz), al ruso (por Andrei Rodossky), al búlgaro (por Sascho Serafimov), al gallego y al inglés (autotraducción), al rumano (por Dumitru M. Ion, Carmen Balzan y Cristian Sabau), al albanés (por Jeton Kelmendi y Silke Liria Blumbach), al catalán (por Pere i Bessó), al polaco (por Alicja Maria Kuberska), al árabe (por Ali El-Monofi, Atef Abdel Aziz y Mohamed Moukarik), al mandarín (por Kuei-shien Lee), al Indi (por Padmaja “Paddy” Iyengar), al serbio (por Sofia Sotirovski), al portuguès (por María do Sameiro Barroso).
Dirigiò varias revistas, destacándose: La Luna que (se cortó con la botella) y Tuxmil. Con el poeta, narrador y traductor Antonio Aliberti dirigió la revista bilingüe (español-italiano) Universo Sur, que en sus cuatro apariciones difundió un número importante de poetas argentinos en Italia. Ha conformado y editado numerosas antologías de poetas y narradores argentinos, en Argentina y en Paraguay. Como dramaturgo, se han estrenado once de sus obras teatrales, una de ellas en Madrid, y una obra de títeres. Sobre su obra poética, Graciela Maturo ha escrito La palabra revelatoria: el recorrido poético de Ricardo Rubio (Sagital, 2004 y 2015); Jorge Oscar Bach hizo lo propio: “La poesía de Ricardo Rubio” en el libro de ensayos compartido “Poetas sobre Poetas III” (2015).
Tiene una vasta obra publicada.