Andrea Zanzotto, “Cita con poetas italianos” (4), por Julio Bepré
Desde hace mucho, Soligo, contigo me complazco,/ la sed atrae como tu lecho; desde hace mucho no llueve y una amarga costumbre/ me ha impedido recordarme/ que quizá seas la sed misma. Este fragmento de un poema de Zanzotto (Pieve di Soligo, Treviso, 1921) denota la fuerza poderosa que su tierra natal proyecta en su escritura; precisamente llegar a la poesía de este véneto exigirá tener referencias, principalmente, del nevoso invierno de su paese amado, de esa entumecida realidad plena de revelaciones y sentidos. Fue docente en la escuela media y vive en su lugar natal. El mismo Zanzotto se define al expresar: Esa poesía pura existencial, el convencimiento en la espera de una instauración –no reconocida inmediatamente, probable, pero necesaria– he continuado escribiéndola; en cierto modo he hecho de “poshermético”, en homenaje a cuanto fue para mí (no más verdadero que todo) la última verdad humana y poética. De algo distinto no está dado todavía ilusionarse (…) ciertas experiencias me lo han impedido en forma dura y también no saludable.
Calificado como “cerrado” y “surrealista a deshora”, existe sin duda en este autor un nexo nada ordenador entre un yo y el paisaje, y una reducción antirealística del lenguaje literario. La descomposición del mismo constituye la materia de su poesía, denotando en definitiva una visión simbólica-metafísica de la existencia, con el descalabamiento de las unidades de sentido –convirtiéndose todo en un estallido de la entidad del poema. No obstante esto, Zanzotto se amparó siempre en preclaras voces como las de Petrarca, Leopardi y Holderlin, entre otras, retornando siempre al presente en una suerte de azorada sismografía. Es quizá el único poeta italiano que acometió románticamente las aporías del ser y de la nada en su enmarañamiento histórico, con todo el sabor trágico que ello implica. Citamos algunas de sus obras más importantes: Dietro el paesaggio (1951), A che valse (1952), Elegia y altri versi (1954), Vocativo (1957), IX Ecloghe (1962), La beltà (l968), Pasque (1973), Filo (1976) e Il Galateo in Bosco (1978, Premio Viareggio), Fosfeni (1983) e Idioma (1986).
Expresó Montale que la lírica de Zanzotto es cultísima, una verdadera inmersión en la pre-expresión que antecede a la palabra articulada, constreñida luego en una sucesión de giros que se reagrupan por afinidad fónica, con balbuceos, interjecciones y, sobre todo, iteraciones. Un extrañamiento de sí mismo y de su entorno surge en el lector cuando frecuenta a este lírico, al cual no se le pueden marcar tampoco campos semánticos definidos.
Si toda traducción poética constituye una “traición”, confiamos en que la nuestra se justifique sólo por la intención de dar a conocer un autor de indiscutible excelencia creativa.
TU ERES, ME DESCUIDA
Tú eres. Me descuida
y todo escalofríos me deja la estación.
Frutillas en los bosques y manzanas a desdicha
en las miríadas de las lluvias.
El puro verano consumido
por los grandes vientos
iluminado por el amor
y toda otra floración
que no significa ni pesa
y esta improvisada tarde
para que pueda despedirme de ti.
Contigo verde ahora
de brumas y rayos
me rescatas. Yo veo todavía
entre enceguecedoras riquezas.
TU SEI, MI TRASCURA
Tu sei: mi trascura
e tutto brividi mi lascia la stagione;
nelle miriade delle píogge.
La pura estate consumata
dai grande venti
illuminata dal amore
e tutta un’altra fioritura
che non significa e non pesa
e questo pomeriggio improvvisato
perché da te mi possa congedare.
Con te verde ora
di caligine e raggi
mi salvi, io vedo ancora
tra accecanti ricchezze.
ALLÁ EN EL PUENTE
Allá en el puente de San Fedele
donde la noche abunda
de frío heno
y donde la lluvia acopia
todas sus velas empapadas
hay desde ayer una muchacha rubia
que tiene un nombre como una tiara
y que ha perdido para siempre
una mano por saludar a una rosa.
En oscuras orillas del heno
hay una llave de lluvia
abandonada por la noche.
De las angosturas de los manantiales
allá a veces se libera
la dalia vestida de rojo
e ilumina a la crisálida
enredada en el sol.
Allá un animal azul
desmejora en su cueva
y el verano asido por la nieve
no conoce más fruto que a sí mismo.
LA’ SUL PONTE
Là sul ponte di San Fedele
dove la sera abonda
di freddo fieno
e dove la pioggia raccoglie
tutte le sue vele madide
c’è da ieri una fanciulla bionda
che ha un nome come una corona
e che ha perduto per sempre
una mano per salutare una rosa.
Sulle rive oscure del fieno
c’è una nave di pioggia
abbandonata della notte.
Dalle stretture delle sorgenti
là si libera talvolta
Verde del grano che alzi il capo e irride
la dalia abbigliata di rosso
e illumina la crisalide
intrincata dal sole.
Là un animale azzurro
deperisce nella sua tana
e l‘estate legata dalla neve
non conoce altro frutto che se stessa.
POR LA VENTANA NUEVA
Brilla la ventana de verde largamente,
largamente, sueño a sueño compuesto.
Huertos o prados, no lo sé; pero cuánta escarcha
antes de que me convenza, cuánta nieve.
Verde del trigo que levanta la cabeza y escarnece
entre el oro incierto y el vacío:
tú, mi ventana, y tú cielo que me traes
entre plácidos astros, los sonoros satélites
que ha lanzado el juego humano, con relámpagos
de ciencia fantástica para observar en órbita
a paso detenido los cuellos ligeros,
el buey en el campo arado, la vida y la luna.
Oh, ventana mía pureza no extinguible
para hacerte gastar todo esto que tengo.
No alegre ahora, en completa pobreza
todos tus dones no gozo todavía.
Pero dentro de poco
me darás aquello que deseo.
PER LA FINESTRA NUOVA
Brilla la finestra del verde lungamente
lungamente composto, sogno a sogno,
orti o prati non so; ma quanta brina
prima ch’io mi convinca, quanta neve.
tra l’incerto oro e il vuoto:
tú, mia finestra, e tu, cielo, che porti
a me tra placidi astri gli squillanti satteliti
che il gioco umano ha lanciati, con lampi
di fantascienza, a vagheggiare in orbite
leggiere i colli, e li vede a piè fermo
il bue sul campo arato e la vite e la luna.
O mia finestra, purezza inestinguibile.
Per farti spesi tutto ciò che avevo.
Ora, non lieto, in povertà completa,
ancora tutti i tuoi doni non gusto.
Ma tra poco
tutto mi darai quel che anelavo.
ES UN RECUERDO TUYO
Es un recuerdo tuyo el azul puro
sin fondo, la quietud de los montes
que acongoja el lluvioso crepúsculo.
Las cejas juntas y cerradas y las manos,
nosotros desde ayer afligidos en el tiempo
extraño que detrás nos arrastra;
la marchita colina
sobre la cual una hebra desvió la luz.
Aguarda el curvo escalofrío
de la doliente y fría primavera,
y las ramas rozan más abajo
de cada caída de los párpados,
un recuerdo tuyo, el azul puro.
Concluido el deseo, cerrado el sonido
de los ríos y de la vida,
calmada la oscura fe
que hubo en toda la apertura del mundo,
en todos los lazos azarosos
de árboles, gredas y vientos.
Desde las aguas aparece y desaparece
mi consuelo fatigado por miles
de generaciones de colinas
de las cuales fue adverso el sol,
y del huerto que en su seno
ha retirado siempre su rojo fruto.
Desborda la planicie
de sombríos helechos y desnudos derrumbes;
la lluvia trae a la sepultura,
entre cerros ausentes, el último villorrio.