Letras

La obra poética de Federico García Lorca en la Escuela Argentina actual

Por DIEGO LEANDRO GARCÍA
(Profesor en letras, UNLP)

Introducción
           
Desde el nombre de varias escuelas secundarias y centros culturales hasta las lecturas sugeridas en los diseños curriculares, la obra de Federico García Lorca tiene una gran presencia en la educación argentina actual.
El sitio web “educ.ar”, un portal educativo del Ministerio de Educación Argentino, ofrece una serie de actividades sugeridas a partir del Romancero gitano, bajo el título “Los Romances de García Lorca”. Asimismo, en este sitio puede descargarse un video explicativo sobre la obra del autor. En esta misma línea, los Diseños Curriculares oficiales para las materias Prácticas del Lenguaje y Literatura, de Nivel Secundario, presentan como lecturas sugeridas: Romancero gitano, poemas varios, La zapatera prodigiosa y Doña Rosita la soltera.
¿Cuál sería la particularidad de contar con la obra de García Lorca entre las lecturas escolares en la Argentina?
Desde la recuperación de la democracia en 1983, se ha emprendido un camino de reconstrucción educativa, con sus vaivenes, sus conflictos, sus aciertos. Con mayor claridad, desde el año 2003, la reivindicación de los valores democráticos relacionados a la memoria, la verdad y la justicia ha pasado a ocupar un lugar preponderante en el desarrollo curricular nacional. La desaparición de Federico García Lorca en 1936 por cuestiones políticas es la desaparición de los 30.000 en la Argentina entre 1976 y 1983. Lorca es un nosotros inmenso que nos abraza en la tristeza compartida, en la necesidad de construir un mundo más justo; nos abraza con la bandera de los perseguidos, con el furor de la memoria como espada.
Desde mi particular análisis como docente de la Escuela Secundaria en la provincia de Buenos Aires, habiendo trabajado con la obra de Lorca durante varios años en diferentes grupos escolares, puedo afirmar que el abordaje de la obra poética lorquiana en el aula constituye una experiencia que trasciende lo anecdótico para generar un verdadero espacio de reflexión. Una reflexión que pone en cuestión tanto la tarea del educador como la construcción del conocimiento escolar, la selección de “herramientas” en el sentido dado por Lev Vigotsky, y la visión del sujeto-alumno contemporáneo.
En este ensayo, se pensarán cada uno de estos puntos y sus múltiples aperturas. Para ello, cada idea se expondrá de manera breve, ordenada por títulos numerados, con la intención de fragmentar los puntos críticos en espacios de libertad para el lector que puedan funcionar como generadores de nuevas ideas. 

1. Lorca y la lengua española

“Sal tú, bebiendo campos y ciudades”
RAFAEL ALBERTI, “A FEDERICO GARCÍA LORCA”

Lorca es la poesía enseñada en su música más intensa, más visible. El octosílabo de los Romances no deja que la atención/tensión se escape. Hay un juego de seducción irresistible donde lo palpable compite como imagen con las nuevas tecnologías sin desventajas. La poesía de Lorca tiene cuerpo. La edad de Lorca es la edad del cuerpo.
La tradición renovada. Lírica “neopopularista” han señalado algunos críticos. Elementos folklóricos que renacen, demostrando su posibilidad de pensarse como actualidades significantes. El corte no es con la tradición, es con sus superficies. El pasado histórico cobra importancia como contenido escolar, embellecido por los símbolos de la poesía. Lo antiguo no es viejo, es también parte del hoy. Un hoy vacío sin tradición, vaciado por las políticas materialistas del neoliberalismo (décadas del ’70 y ’90); lo anglosajón como modelo, el spanglish como fenómeno lingüístico creciente.
Lorca es renovación.

Tradición.
Construcción posible de una conciencia de pertenencia desde la lengua.

2. Espacios del afuera, Vida y Cultura

“Federico García Lorca! Era popular como una guitarra, alegre, melancólico, profundo y claro como un niño, como el pueblo”
PABLO NERUDA
 
El conflicto, el jinete, la bella mujer y la muerte. Las higueras, los ángeles, el río, la boca de limón, el duende, la luna. Las imágenes de Lorca: espacios de magia, afueras del aula:

“La noche llama temblando
al cristal de los balcones,
perseguida por los mil
perros que no la conocen,
y un olor de vino y ámbar
viene de los corredores”

(“Muerto de amor”, Romancero gitano)

La cruda realidad social, la calle violenta, el hogar desarmado, son afueras oscuros, despreciados, generadores de interferencia. Y las conductas no son más que síntomas. En este marco, el afuera de la lectura es un afuera del afuera, un sitio al margen y no marginado; un espacio especial en el aula, no una escapatoria sino un tránsito luminoso. Las imágenes del romance contrastan con lo conocido, lo habitual inhabitable.
Se produce un asombro. Una mirada pura en éxtasis ante lo revelado. No hay indiferencia. ¿Negaciones? ¿Reticencias a la apertura? Tensiones que la clase presupone y que se juegan en las formas: Lorca suena, seduce, agita el aire, pasa y nos convoca personalmente. Nos habita.
También la cultura debe habitarnos, debe apropiarse ella del sujeto –siguiendo el enfoque de Vygotski-y no al revés. De ello se trata el proceso de internalización, posibilitado por lo que el pedagogo ruso denominó como “ley de doble formación”: lo social y lo individual en interacción para un aprendizaje verdadero, significativo. En nuestro caso, el diálogo entre lo social y lo individual está mediado (“instrumentos de mediación”) por la poesía de Federico García Lorca: hay un mundo exterior, comunitario, que llega resignificado en los versos y que funciona como un cristal para observar de una manera nueva a la realidad. La realidad circundante del alumno y a su vez la realidad co-temporal del poeta (la historia). Cruces simultáneos, diálogos entre la cultura gitana, el sociolecto bonaerense juvenil, la ideología lorquiana y la invasión de mensajes que la actual cultura de la información nos depara a cada instante; ¿Qué leemos al leer a Lorca? ¿Quiénes somos al leer a estos poemas? Somos otros tras esa experiencia, sin ninguna duda.

3. Movimiento y rebeldía

“A Federico se le ha comparado con un niño, se le puede comparar con un ángel, con un agua («mi corazón es un poco de agua pura», decía él en una carta), con una roca; en sus más tremendos momentos era impetuoso, clamoroso, mágico como una selva”
VICENTE ALEIXANDRE, “EVOCACIÓN DE FEDERICO GARCÍA LORCA”

“García Lorca es ante todo movilidad” ha señalado Mauro Armiño1; movilidad liberadora, subversión de los sentidos, inquietud perpetua, danza. Contrariando la lógica corriente del quietismo escolar, el reglamentarismo, la represión de los cuerpos. Lorca es liberación. Duende que hiere.

A Lorca se lo puede leer en movimiento, yendo hacia o desde, acercándose, bailando. No hace falta que la palabra se disponga ordenada, prolija en una estructura, en una sintaxis contracturada. El vuelo es permitido. La poesía se hace en el aula. Entre todos, con Lorca, con los que no han llegado.
Ha señalado Henry Giroux sobre el rol del profesor en la educación actual: “Un componente central de la categoría de intelectual transformativo es la necesidad de conseguir que lo pedagógico sea más político y lo político más pedagógico. Hacer lo pedagógico más político significa insertar la instrucción escolar directamente en la esfera política, al demostrarse que dicha instrucción representa una lucha para determinar el significado y al mismo tiempo una lucha en torno a las relaciones de poder”2. Mediante la poesía de Federico García Lorca como herramienta de mediación, el docente puede “transformar” las asperezas de la pedagogía tradicional en acciones políticas que habiliten un cambio real en las condiciones sociales de los alumnos. No hablamos de un lapsus recreativo, sino de una transformación profunda, verdadera, palpable; hablamos de lucha y de significado, significar las relaciones de poder, torcerlas, torcer la palabra opresora: 

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos, a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro, a tu violencia granate sordomuda en la penumbra, a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.”

(“Oda al  rey de Harlem”, Poeta en Nueva York)

4. Lengua, poesía y misterio

“Primo de las manzanas, no podrá con tu savia la carcoma, no podrá con tu muerte la lengua del gusano”
MIGUEL HERNÁNDEZ, “ELEGÍA PRIMERA”

Lorca definió a la poesía en una conferencia brindada en Buenos Aires en 1933: “es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio”. Lorca es rebelión contra la lengua estándar, es la lengua del misterio, ruptura del orden, deconstrucción de la retórica.
El misterio se opone a un conocimiento único, verdadero, incuestionable. El misterio de la lengua. La lengua de lo imposible. La palabra subvertida, transformadora. La lengua contra-materialista. Apertura del poder, contra-hegemónica.
El docente tiende un puente hacia la lengua, puente de igualdades, de posibilidades; un puente para cruzar, no para separar. Desde el Poema del cante jondo al Diwán del Tamarit las texturas lorquianas funcionan como puentes. Canta el poeta en

 

“Tierra y Luna”: “Me quedo con el niño desnudo / que pisotean los borrachos de Brooklyn”, Lorca siempre cercano a los desposeídos, al niño y su mirada de Tierra. Lo simbólico forma parte de ese cruce entre nosotros.

5. Lo simbólico entre nosotros

“te cantaré la carne que no tienes, los ojos que te faltan”
ANTONIO MACHADO, “EL CRIMEN FUE EN GRANADA”

Atrapar jirones de la realidad en la adolescencia, o leer a Lorca. Atrapar la realidad en sus símbolos más profundos, el lenguaje de lo Otro. Ver tras lo evidente: “Bajo el agua / están las palabras” (“Burla de Don Pedro a caballo”, Romancero gitano).
Atrapar el poema, es decir, la calle, el aula, los afueras. Lorca: el Afuera.
Un Afuera hermano. Puente.
“Amor, amor, amor. Niñez del mar” (“Tu infancia en Menton”, Poeta en Nueva York), así la poesía: Amor y Niñez. Del mar. Libertad y otredad, movimiento. Guillen en el epígrafe con su “Oda a la celebración de la infancia”, Lorca y la celebración. La resignación es lo estático, lo callado. La lectura es fiesta.
Lacan distinguió entre lo real, lo imaginario y lo simbólico al hablar de los registros de “lo psíquico”. Todo pensamiento simbólico implica una base en lo real. Trabajar con los símbolos de la poesía de Lorca no significa que evadiremos al mundo material y sensible, sino que lo abordaremos desde otra perspectiva, desde un lado que nos permitirá abrir y cuestionar.
Lorca símbolo. Lorca padre.

6. El no decir, el “verde viento”

“Por esto te mataron, porque eras Verdor en nuestra tierra árida Y azul en nuestro oscuro aire”
LUIS CERNUDA, “A UN POETA MUERTO”

La imposición a “no decir”. El mal-decir, la voz adolescente. La no voz, la ilegítima. Lorca es decir lo no dicho. El verde viento. La posibilidad. Abrir las voces.
El viento que es nada. El control, la censura. No hay muerte de la palabra lorquiana, hay muerte en ella, ciclo, retoño. La muerte es fiesta. Luna. Río. Invitación.
En “El niño mudo” (Canciones) nos invita a la búsqueda de la “voz cautiva”, ese decir no escuchado, avasallado por la escuela tradicional, reproductivista, la escuela que deposita saberes estáticos. La poesía abre un espacio donde el alumno deja la pasividad, resquebraja el silencio y comparte su voz: “En su chaleco bordado / grillos ocultos palpitan” (“San Gabriel –Sevilla-”, Romancero gitano).
El docente valora ese puente, oye en un nosotros de igualdad, hace de esa voz un elemento didáctico, una herramienta. Leemos a Lorca en voz alta porque Lorca canta en voz alta. Nos canta y se canta sin diferencias. Aparece lo vedado y se ubica en primer plano. Construimos la lectura. Somos esa voz hecha de voces.

7. El espíritu de la lengua

“Y esta rabia que me grita
que no murió; le mataron”
GABRIEL CELAYA, “MEMORIA DE FEDERICO”

Algo más allá. Tras la música, y con ella. Tras el símbolo, y con él. Confín de la lengua, de lo dicho. Extremar la palabra. Tocar lo intacto. Experienciar. Esto nos permite Lorca.
La gramática sólo como llave, no como principio y fin. El otro lado planteado. La meta: alcanzar el borde. Romper la estructura, la clasificación muda, vivir la lengua. El espíritu de la lengua; ofrecer la posibilidad de comprender que hay algo más. Leer, escribir, saborear el plato antes intocable.
Para la escuela tradicional, el estudio de la lengua consistió en arrancarla de su ámbito social y en reprimir sus posibilidades creativas, en pos de estructurar un conocimiento medible y tecnificado. No hubo espacio para lo poético (o lo simbólico). El normativismo fue imperante: la única lengua posible era la del buen decir.
Entonces ¿qué nuevos planos se están abriendo hoy en día cuando incluimos a Lorca en los diseños curriculares de la Escuela Secundaria?
“Por el cielo va la luna / con un niño de la mano” (“Romance de la luna, luna”, Romancero gitano): la muerte, la muerte como paso, viaje, ¿y la muerte como muerte de la pasividad? El niño mira, el niño va. El niño pasa al decir. El tema prohibido aflora. El mundo es ahora mundo, totalidad. No hay tabúes. La lectura no se queda en superficies. La epifanía de un paraíso posible nos devuelve la capacidad de soñar.

8. Lo comunitario
 
“Lorca utiliza como medio de transmisión, como forma de enseñanza, ni más ni menos que las técnicas más antiguas y tradicionales, las técnicas más comunitarias y sociales”3.
La tesis es de Valentina Cantón Arjona y resulta sumamente interesante. En estos tiempos, en que el enfoque sociolingüístico intenta imponerse y borrar los resabios del estructuralismo y del generativismo, retomar el componente social y comunitario de la comunicación para pensar la lengua nos pone en el foco de la escena de la teoría didáctica. El poema como un bien social, como expansión de la lengua, ese objeto en uso que implica el estudio escolar. No hay enunciados aislados ni estructuras abstractas.
Hay sentido. Pensamiento. Un plus que las palabras ofrecen. Algo sumamente atractivo, que pone al alumno en una situación de participante. El aula como comunidad, la escuela, la familia, el poema que trasciende para explorar también otras zonas exteriores al pizarrón.
La sociolingüística define a la sociedad y al lenguaje como estructuras interrelacionadas basadas en las normas de la cultura. Así, la poesía y el estudio de la lengua no pueden considerarse como espacios aislados en la “celda” escolar, sino como partes del gran entramado de la cultura que re/construimos en el aula. Y esa re/construcción se realiza para reflexionar, para cuestionar, para mirar con nuevos ojos. No hay oraciones sueltas en el pizarrón, descontextualizadas, abstractas. No hay lógicas de verdadero o falso, ni estructuras con subestructuras señaladas con códigos. Hay otra cosa. Algo que nos impulsa, nos obliga, a pensar.

Hacia una lectura de la liberación

No agotamos aquí los enfoques posibles que la poesía de Federico García Lorca habilita para su trabajo en el aula de la Escuela Secundaria. Tampoco ha sido la intención establecer una propuesta didáctica cerrada. El objetivo central de este ensayo aspira a contribuir al pensamiento crítico de los contenidos curriculares (“el saber escolar”) y a ofrecer algunos aspectos de la poesía lorquiana como ejemplo de una lectura para la liberación.
La escuela actual, no sólo en Argentina sino en todo occidente, exige profundizar el cambio que comienza a transitar hacia una escuela que acompañe el desarrollo de un nuevo sujeto educativo con particularidades propias del tiempo en que vivimos. La violencia social, la marginación económica y cultural de ciertos sectores, la voracidad de la imagen en los medios de comunicación, la celeridad de la vida auspiciada por el modelo capitalista, las adicciones y otros factores fácilmente reconocibles son los obstáculos que “interfieren” entre el docente, las prácticas y el alumno. Interferencia que exige un puente para recomponer el diálogo fructífero que permita la construcción del conocimiento y la formación de valores humanos.
¿Puede la poesía contribuir a restaurar esta comunicación tan necesaria? No ha de ser la poesía en sí misma como un género milagroso, sino lo que cierta poesía puede decir para funcionar como una herramienta útil en pos de resignificar las “realidades”. En el caso de Lorca, hay suficientes motivos para considerar su poesía como un intenso punto de partida para plantear estas discusiones en torno a la didáctica de la lengua y la literatura que urgen a nuestras sociedades.

 

1Armiño, Mauro (1999). “Prólogo”. En: García Lorca. Antología poética. Madrid, Edaf.
2Giroux, Henry (1990). Los Profesores como Intelectuales, Hacia una Pedagogía Crítica del Aprendizaje. México, Paidós.
3Cantón Arjona, Valentina. “Federico García Lorca: Pedagogo. A cien años del nacimiento del poeta”, en: Correo del maestro, n°29, 3, 1998, pp. 41-48

 

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