La Llave de la Caverna
Sección de poesía “Antonio Aliberti“
Mitología de la Belleza
La belleza impone al creyente
el hábito de la perfección
y el profundo malestar de la carne.
Es una creación sin dueño que estira el horizonte
para ocultar el alimento de la lengua.
Se puede tocar la lenta curvatura del dolor
como un pájaro sobre la rama de un árbol.
A veces asoma en la fría lágrima
una muerte olvidada,
la página de un diario personal
o la nostalgia de un juguete perdido
en una vieja casa de provincia.
La belleza conmueve al que contrata con la vida
para entregar su sangre al precio del asombro.
El instinto es contendiente de la fe
en la argamasa de la sangre coagulada
sobre la mano del verdugo.
La voz clausura la belleza del grito
sonando en la claridad del mediodía
y el ojo concentra en un punto
su entendimiento de la luz.
Los grises perfumes crean la ventana de la tarde,
fracasado viaje al territorio de los sueños
donde la mente construye
la ilusoria mitología de lo bello.
HORACIO PRELER
Para “Generación Abierta a la Cultura” Abril 1992
Horacio Preler: Nació en 1929 en La Plata ciudad donde reside. Ha obtenido diversas distinciones nacionales e internacionales y colabora en diarios y revistas del país y del extranjero. Obra poética: INSTITUCION DE LA TRISTEZA (1966) LO ABSTRACTO Y LO CONCRETO (1973), LA RAZON MIGRATORIA (1977), EL OJO Y LA PIEDRA (1981). LO REAL, NUESTRA CASA (1991).
El aire de aquel tiempo
a Ramón Plaza
La tierra era un vientre oscuro
Los coyuyos muertos en el frescor de la noche
hedían con un olor
que golpeaba la memoria
y el aire estancado
quería permanecer
en la tajada doliente
de aquel tiempo.
Estabas allí
sonriente y delgado
haciendo brillar tu risa
en el silencio de los campos.
Caminamos hacia el cerro
entre cordones sufridos
y flores humildísimas
Me hablaste entonces
con voz mortecina y agorera.
La madre es una araña prodigiosa
que endilga los caminos de su baba
tejiendo lunas vengativas
haciendo nidos en el corazón
con una seda áspera y violenta.
Bendita seas madre
en la flor del aire.
Brillante rocío
en las sembraduras del deseo.
Por fin egregia
en los encrespados vientos negros.
Por fin ebúrnea
en el diente mellado de las azucenas.
Caminando de vuelta
siguiendo el agua cansada de las acequias
Al acecho,
Esperando el resuello carnal
de la mañana.
Para “Generación Abierta a la Cultura” Abril 1992
Leonardo Martínez: Nació en 1937 en Catamarca. Egresó de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad Nacional de Tucumán donde ejerció luego la docencia.
Obra poética: TACANA O LOS LINAJES DEL TIEMPO (Faja de Honor 1990 de la Sociedad Argentina de Escritores), Ojo de Brasa (1990).
de pequeños venenos
………canto abierto
(y amanece).
Su cama es sudario negro
en el color de los vivos
huele a seda quemada
a piedras recién mojadas
por la lluvia.
Cierro la ventana
se condensa el campo
y observo por una lupa
de mandíbulas gigantes
que mastica
el cuerpo secreto
de una manzanao su esplendor en el vidrio.
sobre los cuerpos abandonados en los charcos,
trabajo del verdugo alentado por muchos,
de la navaja sigilosa de la descarga eléctrica,
música que brota mientras el tren
parece cruzar las historias.
Bajo el terraplén, en el barro, los de la ambulancia
examinan: ¿suicida, vagabundo, ejecutado o prófugo?,
un cuerpo joven que las ruedas seccionaron.
Toda una hora para vaciar la cerveza
o el café, “emocionarse” desde el vagón-comedor,
con la parábola-ilusión de Corazón Aquino,
la historia redimida por fe
(no sometida a locura y sangre).
Un canto enfático intenta el titular
de ese diario doblado, cubierto por la noche
y las risas, o los comentarios displicentes
del vagón, atendiendo la sola música
de sus labios. Cerca de Chajarí quedó
ese bulto, puesto por los hechos en nuestra mesa,
y por nosotros, rápidamente consagrado,como olvidable reliquia.
Para “Generación Abierta a la Cultura” Abril 1992
de una voz.
Claro cuchillo,
empecinada transparencia.
Quién vislumbró
tu mágica aventura?
el ritmo enajenado
de tus sones,
tu vibración
de mundos apenas
presentidos.
Hay una mano
oscura,
con destino de pájaro
o de bruma
que acaricia
Las cuerdas,
en latitud de insomnio
o agonía
y trepida
en la noche sin espejos.
El silencio,
que marginó
la estrella solitaria,
refleja
la efigie
de los dioses vencidos.
El mismo sello
que grabó
en tu frente,
su sentencia de siglos.
Para “Generación Abierta a la Cultura” Abril 1992