Juana Bignozzi*
Creo en el oficio del poeta
Por PABLO MOTANARO y LUIS RAÚL CALVO
Juana Bignozzi, desde mediados de la década del 70 vive en Barcelona, España, y cuando sus obligaciones le dejan un espacio pasa algunos meses aquí en Buenos Aires, rodeados de sus amigos y de aquellas personas que la conocen por primera vez.
Publicó Los Límites en el año 1960, dos años más tarde Tierra de nadie. En 1963 participó en el libro El pan duro, nombre de aquel grupo que integraba junto con Juan Gelman, Hugo Ditaranto, Atilio Castelpoggi, Héctor Negro.
En 1967 aparece Mujer de cierto orden en donde se puede leer “¿qué vas a hacer Juana / con la juventud que aún te queda / con las historias inverosímiles / los amigos en solfa / los amigos en serio / y toda esta ternura / que quien sabe adónde irá a parar?”.
Porque como dice un verso de Juana “He señalado con un hecho / que la palabra existe”, aparece en 1989 Regreso a la patria (editado por Libros de Tierra Firme dirigida por José Luis Mangieri), libro dominado por esa poesía intensa tan propia de ella, una poesía que intenta decir “algo a todos “, una poesía para descubrir, elegir, regresar, amar, elevarse y dejar “una palabra / que ampare a alguien/ en estas tardes inhóspitas de recuerdos”.
En 1993 Mangieri decide la publicación de Interior con poeta, celebrado libro que marcó un especial punto en la obra de Juana Bignozzi. Justamente comentando este libro comenzó esta charla en la que también se refirió a su próximo libro Partida de las grandes líneas.
JB : Interior con poeta marca el paso del tiempo, marca cierta evolución, sobre todo en estos momentos que hay tanta exaltación o negación de la generación del ’60. Este libro aún tiene rastros y creo que siempre mi poesía lo va a tener, porque uno mantiene rasgos de aquello en lo que empezó. Además este libro cierra una visión con respecto a la anécdota, una visión con la narración, en un sentido. En el ’60 la narración la hacíamos determinados poetas con un criterio que sería Cesare Pavese, Quasimodo. La otra narración, la de contar “cuentitos” era un problema de mala poesía, no era un problema del ’60. Los malos poetas son patrimonio de cada época no de una postura poética. Volviendo a Interior con poeta, creo que este libro se dirige hacia una poesía más decantada, más estricta, absolutamente más despojada.
Lo que espera el lector, aunque uno no acierte en hacerlo, es que ese poeta evolucione, no quiere leer el mismo libro escrito en diferentes maneras. Suelo decir que podría escribir una vez por semana los poemas del libro Mujer de cierto orden; cuando lo escribí no sabía cómo se hacía, lo fui inventando…Ahora sé cómo se hace eso y sería como una receta que no tendría ningún valor.
A veces los grandes poetas se equivocan en esos cambios, hacen libros malos. Pero siempre he respetado esa apuesta de un consagrado que busca otras formas, aunque él no crea tan estupendo como lo que ya conoce el lector.
G.A.A.L.C.: En Barcelona, donde vivís desde mediados de la década del setenta, ¿cómo es la vida de Juana Bignozzi con la poesía?.
J.B.: Cuando vuelvo al país me doy cuenta que escribo mucho. Mi nuevo libro, Partida de las grandes líneas -que lo escribí en dos años y medio- contiene 50 poemas más unos 20 poemas que acaso nunca integren un libro, porque son esos poemas que van quedando sueltos. Debo confesar que vine muy oscuras con el libro, es decir me parecía que había escrito demasiado.
En realidad hago una vida que me permite ese trabajo con la escritura. Escribo prácticamente todos los días, después voy tirando mucho y algunos poemas van quedando. El oficio del poeta es una característica que quería que se viera en Interior con poeta y quiero que se vea en este libro también, si es posible.
Ya sabemos que el primer verso lo escribe Dios y el resto uno. Creo en el oficio del poeta, creo que con la edad es una obligación…Uno empieza escribiendo por un impulso de sufrimiento, de pena y el día que acepta que su oficio es la poesía lo trata corno tal, como un trabajo y ya no sólo como una inspiración.
G.A.A.L.C.: ¿Esto tiene que ver con distintos tiempos o con las partes del proceso creativo, según lo que marcabas anteriormente, es decir, primero la inspiración y luego el trabajo?.
J.B.: No, yo pienso que cuando uno publica un libro de muy joven, como nos pasó a los de mi época, en ese primer libro está ahí la posibilidad de ser un poeta. Esto lo prueba o no lo prueba. Por suerte hay muchos primeros libros que han sido barridos por el tiempo…
Después de esa posibilidad que uno tiene de ser poeta, viene aquello de cómo va a continuar siendo poeta. Hace un par de semanas lo dije en una reunión, uno publica un primer libro a los veinte años en el que ha contado toda su cosmogonía, si el libro es bueno o tiene una aceptación la gente lo trata como poeta y comienza a decirle qué está escribiendo, que va a seguir haciendo…Ese es, realmente, el planteo de la poesía.
G.A.A.L.C.: ¿Allí se cruza aquello que señalaste hace unos años de que no te considerás una poeta autobiográfica?
J.B.: En los primeros libros uno no es autobiográfico, sino que usa clichés de la autobiografía y que muchas veces no tiene que ver con su vida. Usa clichés tomado de otras lecturas que suena autobiográfico pero lo que pasa es que existe una postura de jactancia que tiene uno cuando es joven. Yo siempre digo que uno en el primer libro se va a morir, nunca va a tener otro amor y todo eso…Siempre es al borde del abismo, después no. El abismo uno lo ve y entonces se mantiene un tanto distante de todo eso. No es que uno cuenta su vida sino que cuenta los clichés de lo que se considera contar una vida. Esto me parece que es la clave de los primero libros…
Yo no he sido nunca, aunque parezca una poeta autobiográfica. En realidad lo que en los primeros libros parece autobiográfico es más bien snob. Puedo hablar de poetas del ’60 que toman ese tono autobiográfico pero en realidad es un tono de posición literaria, no es un tono de estar contando su vida.
G.A.A.L.C.: ¿Quiénes fueron tus primeros referentes poéticos?
J.B.: Mi grupo comenzó a escribir bajo la impronta de Raúl González Tuñón; aunque esto no parezca. Después me incliné muy pronto por la poesía italiana, porque nunca tuve afinidad con el surrealismo. Escapaba a esa magia mi falta de magia.
También tuvimos una tentación por el tango. Algunos nos salvamos por falta de capacidad y que nos salvó de terminar pegados a esa expresión del tango. Pero en los primero libros todos tenemos una caída con el tango. Para nosotros fue muy importante Cesare Pavese, no como poeta sino como teórico. Por ejemplo por aquello del mito, que si uno lo tiene presente puede seguir toda su vida sobre esa idea : el establecimiento del mito.
En mi caso particular, siendo muy joven, leía a Thomas S. Eliot y a la poeta rusa Anna Ajmátova. Me ayudaron muchísimo, sobre todo esta última cuya poesía posee una carga terriblemente autobiográfica –porque ha tenido una vida durísima- y sin embargo habla de esas tragedias y muertes en forma seria y con un tono de leve distancia.
G.A.A.L.C.: ¿Cómo nace el poema, con el primer verso o con una idea?
J.B.: De las dos maneras. Escribo un primer verso que después nunca me sirve, pero me sirve como idea y desde ahí empiezo a trabajar. Soy de tomar muchas notas, considero que lo de Maiacovsky a mí siempre me sirvió. Cuando escribo sé que escribo autobiográficamente, cuento, y después sobre eso escribo el poema.
G.A.A.L.C.: Es interesante lo que decís, algunos poetas dicen que el primer verso les sirve como disparador…En tu caso el primer verso funciona como una suerte de referente.
J.B.: Claro. Cuando trabajo con un primer verso como disparador el poema se me cae. Empiezo muy bien en los dos o tres primeros versos y después el poema no logra mantener pareja esa intensidad.
Poemas del libro inédito “Partida de las grandes líneas”
interiores
perdido el primer sentido de la solidaridad
perdida la solidaridad horizontal
vecino amigo almacenero de la esquina
de puertas adentro ya no se cuenta una vida
dónde han quedado cocinas renacentistas
casas de los cárpatos
no habrá un museo de nuestros interiores
cual velo fundamentalista algunas mujeres han rescatado
un universo derrotado por mis abuelas
hijos plantas hombres en permanente distracción o
fantasías literarias
y ellas
regando las plantas del patio.
los grandes nombres del exilio
cuando descienden a visitar su metrópoli
en una ceremonia esclarecedora
viejos compañeros convertidos en gloria
aceptan benevolentes libros destinados al olvido
grandes maestros de la confusión
nunca caen en ella
duros maestros de la ironía
dejan el papel de ogro para las más ingenuas
saben que la historia la desatará la mano de la que siempre habla.
nosferatu
han cambiado las condiciones para seducir a la muerte
para culminar un sueño sin sueño a través de las noches
ni la hora precisa ni la naturaleza virgen
en la larga lista de robos a nuestra alma
ya no es posible despertarla con viejas maldiciones
comparte casa y mesa con nosotros
no respeta las leyes de la hospitalidad
y a veces nos arroja de ella
quién no cambiaría tanta lucidez doméstica
amigos vencidos por mi país
por esperar a alguien que cierra los ojos al sol y a su ruido
quién no cambiaría un vuelo en clase turística
hacia un lugar donde ya es imposible prescindir de la muerte
por un vuelo sin sueño con un hombre maquillado de perversión
ese vuelo doméstico del deseo negado
ha mantenido mis ojos abiertos
para que ese hombre de la perversión cuyo regreso puntual no falta en
mis atardeceres domésticos
dé un toque de gloria a esta vida
y le impida olvidar aquellos años y aquellas noches.
XXVII
el hombre que me compra flores
se las guarda en el bolsillo después de dedicármelas
recomienda serenidad ante mis síntomas y mis pérdidas
cuando se ha asegurado de que recuerdo la hora del regreso
me pide que deje de buscar mi maleta
vuelva a calzarme mis incómodos zapatos
y busquemos un buen lugar para comer.
*Juana Bignozzi (Buenos Aires, 1937) reside desde mediados de los años ’70 en Barcelona, España. Prefirió no hablar de exilio -en su caso particular- ya que por esos años difíciles “me fui porque hice un análisis político y si es cierto que tal vez unos meses después me hubiese tenido que ir escapada, la verdad es que lo que a mí me pasó es que no pude volver. No que me tuve que ir…”.
Su primer libro Loslímites apareció en 1960, posteriormente le seguirá Tierra de nadie (1962), Mujer de cierto orden (1967 yreeditado en 1990), Regreso a la patria (1989), Interior con poeta (1993). Tiene inédito Partida de las grandes líneas.
Participó en la Antología El Pan Duro en 1963, grupo que integró junto a los poetas Juan Gelman, Héctor Negro, Hugo Ditaranto, Atilio Castelpoggi, entre otros.