Susana Torres Molina
“Hay un teatro independiente muy vigoroso, que produce sin esperar a tener un subsidio, un productor o que le llegue la plata”
Entrevista a cargo de ROMINA CALVO
G.A.: ¿ Cómo surge la escritora, la directora y la investigadora teatral?
S.T.M: Comencé estudiando teatro con Beatriz Matar y como la escritura siempre fue mi forma de expresión desde muy chica, cuando me encontré con que tenía que escribir improvisaciones para mis escenas, esto fue algo que me resultó muy fluido y fácil, entonces mis compañeros también me terminaron pidiendo que escribiera para ellos. Así que, sin darme cuenta, estudiando teatro, como actriz, es que empecé a escribir teatro.
G.A.: ¿Cuál fue la primer obra que escribiste?
S.T.M.: La primer obra que escribí para ser representada fue “Extraño juguete”, en el año 1977que justamente Beatriz Matar-que era mi profesora de teatro- protagonizó junto a Tato Pavlovsky y Flora Steinberg. La obra fue dirigida por Litto Cruz y se representó en el Teatro Payró. Fue un comienzo muy auspicioso, como el sueño de la piba.
G.A.: ¿La dirección cuando llegó?
S.T.M.: Cuando volví de España había escrito la obra “Y otra cosa mariposa”, en el año 1980, una especie de crítica al machismo. Por la temática yo quería que la dirigiera una mujer y en ese momento no había muchas mujeres directoras -habría cinco o seis- y había un par de ellas que me interesaban, pero estaban abocadas a otros proyectos, entonces decidí dirigirla yo. Con esta obra comencé a dirigir.
G.A.: ¿Cómo pudiste dividir los tiempos para la dirección, la investigación y la escritura?
S.T.M.: No creo que se dividan los tiempos, lo que sí me sucede muchas veces es que escribo una obra y después me doy cuenta que quiero dirigirla.
Por otra parte durante muchos años coordiné talleres de investigación creativa, para todo tipo de personas. Fue un modo de trabajar y explorar el tema de la creatividad, algo que a mí siempre me interesó mucho.
También hice grupos de investigación creativa para portadores de HIV, en momentos donde no habían aparecido los cócteles y la gente estaba en situaciones límites
G.A.: ¿Por qué pensás, hoy a la distancia, que conformaste estos grupos?
S.T.M.: Yo sabía que la creatividad era algo que podía levantar las defensas. También trabajé en la cárcel de Devoto. Fue una experiencia muy fuerte, muy intensa. Yo iba acompañada de un compañero que era actor. Es un lugar muy árido. Cuando lo pienso a la distancia me digo a mí misma qué bueno que me haya animado, porque además presos con sida es lo más marginal de lo marginal. Pero la experiencia fue gratificante y me estimuló a seguir yendo, ya que había muy buena recepción de parte de ellos. Escribían sobre sus experiencias y hacían trabajos muy interesantes. De todos modos era un clima de riesgo y luego tuve que dejar de ir porque comenzaron los motines y hubo dos o tres veces que por razones de seguridad me impidieron entrar.
G.A.: ¿Volverías a repetir esta experiencia?
S.T.M.: No sé si lo volvería a hacer. He ido a la cárcel de mujeres en Ezeiza y organicé un concurso literario. Me interesa aportar a través del arte, me parece que son lugares que están muy abandonados y donde se pueden hacer muchas cosas, así que cada tanto voy. También he llevado obras de teatro.
Creo que me siento mejor en la cárcel de mujeres que en la cárcel de hombres, como más protegida. Aparte siento que las mujeres están más aisladas que los hombres.
G.A.:También participaste en un ciclo de programas de radio de la UBA, con las Abuelas de Plaza de Mayo…
S.T.M.: Sí, con el caso de Manuel Gonzálvez, escribí un radio teatro podría decirse, que fue muy interesante, ya que es una historia realmente impactante. Me siento muy orgullosa de haber participado de un ciclo de estas características. También estuve dos años en la Comisión de Lectura de las Abuelas de Plaza de Mayo con “Teatro por la Identidad”.
Me interesa colaborar en todo aquello que tenga que ver con los derechos humanos, con la memoria, con la justicia.
G.A.: ¿Qué te llevó a escribir “Esa extraña forma de pasión” y a representarla?
S.T.M.:Todo comenzó con imágenes y hubo dos de ellas que me resultaron muy potentes, que me dejaron una huella. Además sentí que tenían un potencial dramático, porque hay muchas cosas que te dejan huellas pero que son difíciles de trasladar al escenario.
Las tres situaciones de la obra fueron escritas en forma independiente. Una de ellas tuvo que ver con una noticia que salió en los diarios, sobre una sobreviviente que contaba como en la Base General Belgrano, de Bahía Blanca, a mediados de los años 70, los marinos a muchas de las prisioneras les habían dado buena ropa, era navidad o año nuevo, y las llevaron a festejar con ellos, en alguna dependencia de la Base, y comían, tomaban champagne y celebraban. Después las sacaban a bailar y ellas bailaban con los grilletes puestos. Toda esa imagen me pareció tremenda y es una de las escenas de la obra, Sunset.
G.A.: Decías que la obra consta de tres escenas…
S.T.M.: Sí, además de la situación que acabo de describir escribí “Los Tilos”, que también surgió de una imagen en la cual algunos militantes contaban que iban a hoteles alojamientos para poder descansar un poco, en la época de la clandestinidad, y entonces me imaginé dos militantes muy jóvenes, de la misma célula digamos y que de pronto, sin ser pareja, él le pide a ella que lo acompañe a un hotel alojamiento para poder dormir algunas horas.
La última situación que escribí -ya sabiendo que en el montaje iban a estar cruzadas- fue una posibilidad de reflexión actual a ciertas situaciones de los 70 y así surge “Loyola”. Una escritora que en tiempo presente es de alguna manera interpelada por el hijo de un desaparecido.
Aunque aparentemente ella es una escritora que está sacando su tercer libro y él viene a hacerle un reportaje por ese libro, inmediatamente aparece el tema de que el padre de él también militaba y desapareció y había estado en el mismo lugar de cautiverio que ella y entonces la interpela, entre otras cosas, preguntándole qué hizo para sobrevivir, por qué ella no murió también.
G.A.: Esta parte de la obra plantea muy bien el tema de la sospecha…
S.T.M.: Sí, el tema de la sospecha y también me interesaba poner la figura de una sobreviviente en la obra, porque había leído un libro de Ana Longoni que se llama “Traiciones”, que hablaba precisamente de que si en algún momento secuestraban a alguien había un decir “Por algo habrá sido” y cuando alguien que había estado secuestrado en un centro clandestino de detención volvía a la vida civil también había un decir al estilo “Por algo habrá sido”, como suponiendo “Seguro que se quebró, colaboró, traicionó”.
Percibí que esto también tenía un potencial dramático fuerte, no había visto en los teatros porteños la situación de una sobreviviente y me pareció que daba muy bien que fuera interpelada por el hijo de un desaparecido que por otro lado también muestra sus contradicciones. Algo que por otra parte quise poner en los personajes, no que fueran monolíticos. Y el hijo del desaparecido tiene un orgullo por su padre idealista, solidario, revolucionario, pero al mismo tiempo también tiene un resentimiento, porque el padre cuando se pudo ir del país con la madre embarazada optó por quedarse y entonces dice algo así como “Eligió la revolución, no me eligió a mí”.
G.A.: Esto se muestra también en la situación del hotel alojamiento, donde se remarca que primero estaba el movimiento, la causa y después recién lo personal…
S.T.: Claro, lo personal no contaba, se luchaba por el bien común. A lo mejor otros militantes optaron por irse con la familia, éste no.
Es algo que yo escuché de varios hijos de desaparecidos, como que hubieran preferido no tener un padre héroe pero sí tener un padre.
G.A.. ¿Este modo de plantear una obra con tres situaciones paralelas es algo nuevo en tus puestas en escena?
S.T.M.: Trabajé en otros espectáculos con un montaje similar a como se edita en el cine pero no con este procedimiento de escribir tres obras y después cruzarlas.
G.A.: Volviendo a la época de los 70 ¿pensás que se ha dicho mucho en el terreno teatral sobre ese momento histórico?
S.T.M: No, yo creo que no. Creo que todavía se puede decir mucho sobre esa época. Pavlovsky ha trabajado sobre esta temática pero no se han producido muchas obras, al margen de “Teatro por la Identidad”, pero en este caso específico se lo ha hecho con la idea de difundir la problemática de la apropiación de chicos. La finalidad no estaba centrada tanto en lo artístico sino en algo más informativo, esclarecedor, lo cual está muy bien, difundir que todavía faltan recuperar 300 o 400 chicos apropiados.
Para mí las cosas más interesantes han tenido que ver por ejemplo con “Potestad”, de Tato Pavlovsky, donde él habla desde la subjetividad del represor, esto genera un efecto de mucho impacto e inquietud. Es un momento para trabajar estas temáticas desde lugares, como decía recién, menos monolíticos, menos blanco-negro, sino poder tomarlas desde ciertas fisuras, ciertos grises, porque ya hay una distancia, ya pasaron treinta y pico de años. Pero en general salvo Gambaro o el citado Pavlovsky, con los de mí generación no sé que pasa, no ha habido mucho interés en tocar esta temática e investigarla, explorarla, desde lugares no tan trillados, generando ciertos deslizamientos y poniendo la luz en otras zonas, que no fueron transitadas.
A su vez, a los teatristas jóvenes no le interesan mucho los temas políticos, a gran parte de ellos les resulta un mundo muy ajeno y poco atractivo.
G.A.: ¿Cómo ves en general, el panorama teatral en nuestro país?
S.T.M.: No te podría decir del país, te puedo decir de la Ciudad de Buenos Aires. Considerando que hay un promedio de trescientos espectáculos teatrales por semana, hay una gran abundancia de propuestas, una gran diversidad. “Hay un teatro independiente muy vigoroso, que produce sin esperar a tener un subsidio, un productor o que le llegue la plata”.
De las 300 obras que hay, unas 270 pertenecen a este teatro independiente que se hace en diferentes barrios, en lugares alternativos. Todo esto también con resultados muy variados en cuánto a calidad.
G.A.: ¿Tenés en vista algún nuevo proyecto?
S.T.M.: Sí, estoy ensayando una obra mía que escribí hace cinco o seis años y que tenía claro que iba a dirigirla yo. Será para el año próximo. No es una obra que tome un tema político o histórico, es un tema más personal, con un texto poético muy atractivo para explorar. No es una obra con un formato convencional.