”Pretextos de la oscuridad”
de Nora Patricia Nardo, Buenos Aires, Generación Abierta, 2012.
Este nuevo libro que Nora nos ha regalado en primera instancia, nos otorga tal vez una aproximación a condiciones que nos son aún distantes, como sería la capacidad de entender en plenitud las ocultas significaciones de las palabras que parecerían simples y que tienen el encanto de la sinceridad inmersa en la sencillez. Títulos como “Inquietud”, “Insatisfacción”, “Traición”, “Mezquindad”, “Angustia”, “Olvido”, conforman el sustrato del corpus poético e impulsan al lector a entrar en las complejas vivencias de un espíritu que busca superar planos oscuros e internarse en las zonas de diafanidad, de allí se desprende el sugestivo título de este segundo libro de Nora Patricia Nardo, el que parecería constar de dos partes. “Pretextos de la Oscuridad” es un título abarcativo de cuestiones subjetivas, a veces virtuales en las que Nora plantea un pensamiento filosófico humanista, tal vez tratando de profundizar un sentimiento más amplio y acaso cognoscitivo, volcando en palabras y en tonos alejados de lo complicado y retórico con contenidos plenos de lucidez. Cada uno de estos poemas subrayan una atmósfera de angustia, de soledad, de desconcierto, con una certeza que “devora hasta la médula y humilla”.
La temática gira, a nuestro entender, en torno a la indagación del ser humano, en sus estadíos emocionales más críticos, cuando aparecen sentimientos oscuros, de soledad, de frustración y aunque estos estados anímicos suelen ser misteriosos y enigmáticos, en la claridad de la poesía de Nora se disipan las sombras, lo que otorga a su palabra poética un sello de valentía, e indicaría de por sí un ascenso existencial, desde la toma de conciencia de un entorno vivencial en que conviven estas manifestaciones básicas del espíritu, aliviando en suma la extraña manera de conocer o de saber el mundo y la angustia que conlleva la aceptación de este conocimiento, el arduo aprendizaje de la existencia, con sus condicionamientos, sus dolores, sus angustias y también sus sorprendentes destellos de luz.
En lo que consideramos la segunda parte, Nora se libera de las angustias y vuelve a su tono suavemente melancólico para hablar de asuntos tan significativos como la nostalgia, la amistad, el amor, las figuras familiares, sus abuelos Pedro y Francisco cuyas figuras rescata con ternura.
Este nuevo libro de Nora nos lleva a considerar que tratamos con alguien que intenta develar los misterios de la oscuridad que subyace en la esencialidad del hombre.
Ya antes, en su libro primero “Relatos de la piel”, habíamos advertido que existía en ella una aspiración consistente en dotar a su palabra de reflejos transparentes, con la finalidad de llegar al corazón de su lector, interlocutor o escucha con un mensaje de paz y armonía expresado con un lenguaje deliberadamente claro, no pretencioso, ajeno a toda formalidad retórica, que es en definitiva el método más accesible y más ágil para la comprensión espontánea de un mensaje elevado y lo ha hecho dando paso precisamente a las zonas más caóticas del hombre en sus manifestaciones más crueles.
Pretextos de la Oscuridad es un título que apunta a esa sencillez que destacó Nina Thürler, en el prólogo. Nina Thürler, una presencia ausente, una escritora merecedora de mi admiración y respeto. En efecto, la palabra pretextos denota los motivos que se alegan como excusa para hacer algo o dejar de hacerlo; implica también una ocasión o una causa, pero por otra parte, es el borrador o el anticipo de un texto a completar. En cualquiera de sus acepciones tiene un complemento cuyo núcleo es un sustantivo abstracto: oscuridad, que sólo cobra sentido a través de una cadena de abstracciones que se concretan en la escritura de páginas tituladas “Inquietud”, “Ausencia”, “Insatisfacción”, “Traición”, “Mezquindad”, “Angustia”, “Olvido”, “Nostalgia”, “Monotonía” y entre otras, “Destino”, con hondo contenido dramático, como en la visión de los griegos, homologado con Hades, el dios de los infiernos que levanta victorioso su trofeo frente al hombre y a la humanidad toda.
Se hace evidente la gestación de este poemario en ese estado de ánimo en el que poetizar implica un cuestionamiento de un mundo desafiante, perturbador, mortificante y engañoso, un mundo que genera soledad, desconcierto, frustraciones, tormentos, miedos y confusiones; en algunos momentos, comparable al infierno. En ese estado de ánimo opresivo, que amenaza con la devastación de la existencia, la autora encuentra su razón poética, la finalidad de la poesía: “las palabras remiendan pesares” y esa autoconvicción de que “los poetas se aproximan / a la eternidad”.
No está ausente su preocupación social, en “Acechos en silencio” son denostados los corruptos, los entregadores, los cómplices, los mercaderes del sexo; y en “Sombrío destino” plantea la injusticia de un mundo sin equidad y las penurias de los marginados de la sociedad, como consecuencia de “la victoria de los lobos” sobre la tierra.
Con esa sinceridad que hace transparentes sus ideas, Nora intenta superar ese cono de sombras que, en el decir de Marechal, todo ser humano consciente, atraviesa para acceder a lo diáfano, quizás como una manera de apostar a la vida y dotarla de sentido. Ese sentido que la autora resume en su dedicatoria: “a todos los que hacen posible este misterioso y bello encuentro” que implica una convocatoria amplia e inclusiva. También la ilustración de tapa “Noches celestiales”, de Lidia Adriana Nardo, contribuye a hacer de este libro, un objeto de arte.
Ese bello encuentro al que convoca Nora tiene su lejano antecedente en Platón que retoma de Sócrates la escala de valores que culmina en el Bien y que aúna Belleza, Verdad y Justicia por obra del Amor.
La poesía de Nora vencerá a Tánatos con el brebaje o pócima de los cuentos infantiles que restaurará las “horas deshilachadas” y la monotonía; que evitará el congelamiento de las luciérnagas , la detención del vuelo de los pájaros y la caída de los espíritus en las profundidades del mar de sus “Sueños que inquietan”. Las figuras familiares, en especial Pedro y Francisco, jerarquizan poéticamente la abuelidad . “Ese velo gris” que cubrió la nostalgia y las desilusiones insoslayables “en todas las estaciones de la vida”, se apartan frente al clima de magia, de juegos, de transformaciones alquímicas en “Corretea el amor” y “Allí”, poema que señala el lugar y el tiempo de la infancia que detiene la vida “cuando las mariposas / se confunden con las amapolas”.
Finalmente, en “Siempre presentes”, los ojos del amor, de la ternura, del apoyo cómplice, no son otros que los de un humanizado Eros que triunfa sobre Tánatos por la alegría de “El encuentro”, en el misterio del banquete, en la invitación a los amigos y en la celebración de la palabra. Es el momento en que “Danzan los ángeles / en el flujo y reflujo / de las mareas”.
Felicitaciones, Norita por tan bello poemario. Y quiero cerrar esta presentación con mis deseos construidos por tus propias imágenes: Que la brisa embriague todos los pretextos de la oscuridad y que tus ángeles marinos te acompañen, siempre… para que como dices en uno de tus poemas, no olvides “el cielo eterno” y la “perennidad de la vida”.
Bertha Bilbao Richter