De cómo Hernán Oliva me abrió a un mundo desconocido
Por RICARDO REYES
Voy a permitirme un recuerdo de mi juventud. Voy a darme una licencia de esas que a veces solemos darnos amparados en el paraguas de algunas cosas vividas y mucha música escuchada y dentro de ella, enalteciendo la suave vibración de mis tímpanos, la energía, toda la energía que emanaba de ese gigantesco músico que fuera Hernán Oliva.
Estoy hablando de 1974 o 1975, seducido por ese buen jazz que se ofrecía en Buenos Aires, una buena amiga y compañera de facultad, Margarita, me habló de un violinista que se presentaba en el Santa María del Buen Ayre, (¿se acuerdan de los ciclos de Capuano Tomey, con y griega?).
¿Un violinista? Pregunté algo absorto y con mucho de incredulidad, qué hace un violinista haciendo jazz?, (esa música predominio de trompetistas y saxos según mi preconcepto de esos tiempos). ¡Cuánta ignorancia acumulada en esos mis bolsillos inmaduros, juveniles, rebeldes!. Sea como fuere estuvimos allí en hora y esperamos la aparición de los músicos. Y casi sin darme cuenta ahí estaba. De unos sesenta años, estatura promedio, más bien baja, cabello blanco y descuidado cayéndole sobre la frente, pantalón de vestir desprolijo y camisa blanca arremangada, violín en mano tratándolo con el cuidado que se prodiga a un hijo pequeño. O al menos esa fue la imagen que a través de los años se redefine en mi memoria. No puedo decir qué tocó esa noche, no puedo hacer mayores precisiones sobre lo que escuché (tampoco mis conocimientos sobre jazz eran suficientes). Sólo puedo decir que no podía verse otra cosa que un hombre posesionado, su música parecía ser lo único que le importaba en ese momento (tal vez fuera así, no lo se) desgastándose a cada nota, olvidándose de su aspecto personal, el cabello escaso sacudido desordenadamente y bañado en transpiración y con un desgaste tal de energía que podía presuponerse verlo agotado al instante. Sin dudas no le importaba, como tampoco parecía importarle que junto a él había otros músicos.
Hago un paréntesis para expresar que luego de esa experiencia de tal intensidad quise saber qué había atrás de ese hombre, qué significaba el violín como instrumento para el jazz, que no era tan extraño como aparentaba en mi ignorancia juvenil., que antes habían surgido Joe Venuti(1), como contemporáneo Stephane Grapelli(2), después Jean Luc Ponty(3) y otros y que en particular un tal Jorge Pinchevski hacía lo propio en los albores del rock and roll vernáculo.
Tal vez la personalidad de Hernán Oliva y su entrega sea lo que resalte en una primera instancia, pero ubiquémonos en su tiempo. Nacido en Valparaíso (Chile) el 04 de julio de 1913 tuvo al violín como juguete de sus primeros años, y aunque no hubo en su casa formación musical, no tuvo problemas en su desarrollo, más bien al contrario fue alentado en ello por su madre. Recién en 1935 recala en nuestro país ofreciéndose en Radio Cuyo, primera experiencia para una radicación definitiva. René Cóspito lo incluye en su orquesta, toca con Enrique Villegas “…el para mí fue una escuela, si uno no aprendía con Enrique Villegas, no aprendía más…” No olvidemos la experiencia con Oscar Alemán, Ahmed Ratip y muchos otros en una trayectoria de 50 años. Pero los años con Oscar Alemán fueron capitales, en una asociación que terminó mal y entre otras cosas por dinero, “ …nos agarramos a trompadas una noche en Punta del Este porque se le ocurrió decir ante el público que él era lo más genial de la orquesta”
De cualquier modo, el concepto estilístico de Alemán fue como anillo al dedo para la expresión de Oliva. Escuchando grabaciones de aquella época resuena tal sentido del gusto, de efectividad, de música en un estado puro diría, y llevando Alemán su impronta del quinteto del Hot Club de Francia, Oliva era para el quinteto de Alemán lo que Grappelli significó en la formación de Dyango Reinhardt, lo que no es poco.
Pero Oliva no fue en su trayectoria un hombre que cuidara de alguna manera su posteridad. Siempre vivó al día y buscaba trabajo temprano por si hubiere algo para la noche. Nunca tuvo una buena vida económica pero si tenemos que apelar a la sinceridad, no creo que le importara demasiado. Y esa bohemia le duró toda su vida, sea tocando jazz como algún tango aunque no lo entusiasmara demasiado, sea en la Richmond como en El Viejo Almacén o en cualquier lugar que se precie para parar la olla del día y usando el juego de la picardía para obtener alguna ventajita. Todo eso era Hernán Oliva, genio y figura dirían las vecinas. Y así murió, casi anónimamente un 17 de junio de 1988 a los casi 75 en plena madrugada en una calle cualquiera(4) . El no lo supo, pero su voz impregnó de violín de jazz para siempre, siendo desde allí otro más de los inmortales que pueblan Buenos Aires.
Nota: Me he permitido y a través del estímulo que la música de Hernán Oliva tuvo en mi formación de amante del jazz, de darles un lugar a los más trascendentes violinistas en su desarrollo; un pionero, un creador y la evolución en esta breve reseña.
(1) Joe Venuti: Nacido en Italia y llegado a New Orleáns en 1906, no solo compartió experiencias con músicos y orquestas de música clásica, trasladándose posteriormente a Filadelfia, donde tuvo elconocimiento con el guitarrista, Eddie Lang, amigo entrañable, luego. Ambos empezaron a tocar a dúo con la orquesta de Chick Granese, grabando algunas cancionesnapolitanas y arias del siglo XIX. A fines de 1924, integraron la orquesta de Jean Goldkette, siendouno de sus integrantes Bix Beiderbecke, leyenda musical, con el que luego grabaría verdaderas obras maestras del jazz blanco de su tiempo en la orquesta de Adrián Rollini. Ya en 1928 forma su propia orquesta,codirigida con Eddie Lang a la que llamó “Newyorkers” y posteriormente la “Venuti-Langs All Stars Orchestra” integrada por Jack Teagarden, Benny Goodman, Frank Signorelli entre otros.
El 26 de marzo de 1932, falleció su amigo y compañero musical, Eddie Lang, por una operación de amigdalitis complicada. El impacto de la muerte de su amigo provocó en Venuti un periodo del cual se recuperó varios años después regresando a la música y a la grabación recién en 1935.
Su período de actividad fue fluctuante de allí en más pero puede asegurarse que nunca más tuvo el brillo de antaño a pesar de actuar en algunos programas de radio junto a Louis Armstrong, Dinah Shore y otros artistas en 1946, hasta que fue contratado por la emisora KNXT en 1950 en Los Ángeles.
Tras doce años de inactividad en 1968 participó en el festival de Newport y la “Jazz Expo” de Londres
de1969 causando sensación nuevamente.
Joe Venuti, murió de cáncer en 1978 en Seattle , considerado el primer violinista de jazz y posiblemente el mejor de su tiempo y puede decirse que fue modelo para muchos violinistas posteriores.
(2) Stephane Grappelli: Su intervención en el origen del jazz europeo en la creación del Hot Club de París y desde 1934 a 1939 junto a Dyango Reinhardt bastan para que ocupe un lugar importante en los anales del jazz, músico autodidacta al principio con algunos estudios formales de 1924 a 1928. El comienzo de la segunda guerra mundial lo vio en Londres y ante el regreso de Dyango a Francia, Grappelli decidió quedarse, actuando como solista en clubes y colaborando con el pianista George Shearing
con el final de la guerra en 1946 regresó a Francia y enfocó su carrera en nuevos horizontes, más aún con el fallecimiento de Dyango en 1945. El violín en jazz no tenía el reconocimiento con que goza hoy en día y recién en la década del 60 Grappelli pudo gozar del favor popular. Participó en el festival de Newport en 1969. No dejó de trabajar casi hasta su muerte tanto en jazz como también con músicos de otras corrientes. Nació en 1908 y falleció en 1997.
(3) Jean-Luc Ponty: Músico de sólida formación ,nacido en Francia en 1942, le cabe el lugar de ser uno de los primeros en electrificar el violín, con un sonido casi como un sintetizador. Si bien su interés por el jazz surgió a través de la música de Miles Davis y John Coltrane, es en el jazz rock donde desarrolló su actividad más reconocida, particularmente con Frank Zappa y The Mothers of Invention y sus colaboraciones con John Mc Laughlin y Mahavishnu Living Orchestra y también con Chick Corea.
(4) Recomiendo en ese sentido un muy buen artículo de Roberto Espinosa en relación a la muerte de Oliva, “Tocando para la vida y la muerte”.