Paul Celan: el dolor trascendido
¿Qué lleva a una persona a suicidarse? ¿Tal vez el hecho de considerar que la verdadera vida no está en este mundo? ¿Será la necesidad de huir de un dolor inconmensurable? ¿Acaso el suicida sucumbe a una autopromesa irresistible de eternidad? Estas y otras muchas preguntas podríamos formularnos sin llegar nunca a una contestación que nos conforme totalmente. Nadie está en la mente del que se está suicidando, así como nadie vuelve de la muerte para contar su experiencia. Por eso, las respuestas sobre aquello de lo cual no hemos sido protagonistas son muy variadas, lo mismo que las opiniones que van desde las simples conversaciones de los “legos” hasta las de los más “doctos” en el tema. Mucho se puede opinar, pero las causas más profundas individuales suelen no ser las que se atribuyen comúnmente y permanecen en el misterio. Puede escucharse decir: “se suicidó porque la dejó el novio” o “porque quebró su empresa” o “porque murió su ser más querido”. Puede oírse: “se suicidaron en masa porque el guía de la secta exigió un sacrificio”. Se confunde lo que es el factor desencadenante con los varios motivos inconscientes que urden el acto de quitarse la vida.
El psicoanálisis y la psiquiatría hacen esfuerzos por esclarecer el tema. Algunas religiones condenan a los suicidas y ni siquiera les dan un lugar para ser enterrados. Ciertas filosofías orientales lo consideran un deber cuando la persona vive sin coraje ni honor.
Encontramos suicidas en todos los ámbitos humanos. Nos ocupa hoy tomar el literario y elegir un poeta que se haya visto impulsado a esta acción tanática. He elegido para ello a Paul Celan, sin intenciones de escribir un estudio profundo de su vida para acercarnos al motivo de su decisión de morir por propia voluntad, sino fundamentalmente, para recordarlo por su merecida trascendencia poética.
Paul Celan, cuyo nombre de pila era Paul Antschel, nace el 23 de noviembre de 1920 en Czernowitz, región que actualmente pertenece a Ucrania bajo el nombre de Chernivtsi. Su padre era un judío nacionalista que educa a su hijo en hebreo. Su madre hace del alemán la lengua de la casa. El poeta estudia algo de medicina en Francia, pero retorna a Czernowitz para estudiar literatura y lenguas románticas. En 1941 las tropas nazis ocupan la región reagrupando a los judíos en ghettos.
Entre 1940 y 1945 aparece en la vida de Celan Ruth Lackner, actriz de teatro que hace en este lapso de musa inspiradora. Es esta persona quien da la posibilidad a la familia del poeta de esconderse de los nazis. Pero la madre se niega a hacerlo. Celan se esconde en el lugar ofrecido, que era una fábrica, pero sus padres rehúsan. La madre verbaliza que no se puede escapar al destino. Al volver a los pocos días a su casa se entera de que sus padres habían sido detenidos (corría el año 1942). Su padre pereció de tifus y su madre fue asesinada.
A partir de aquí, en la mente del poeta hay una lucha entre la razón que tuvo al huir y el mandato de la madre que era no evitar el destino. Queda en él el sentimiento de culpa de seguir con vida y la sensación de haber abandonado a sus padres. Cae, así, en la red de sus fantasmas. Pensemos que la vida puede seguir si hay olvido y para que éste ocurra, el perdón es fundamental. Celan ni olvidó ni pudo perdonarse.
Finalmente fue recluido en un campo de Moldavia y liberado en 1944.
Más adelante contrae matrimonio con Giséle Lestrange; al tiempo es falsamente acusado de plagio. Esto lo hace muy desdichado. Celan, ya con episodios depresivos y la mente nada bien equilibrada, acusa este golpe como muy terrible. Durante unas vacaciones que pasaba en Francia, se desata en él un delirio paranoide que lo lleva a golpear a una persona que pasa a su lado, acusándole ser cómplice de esa difamación, situación que le trae inconvenientes. En este tema, su esposa, le habla acerca del destino que a él le tocó vivir y le agrega que nada puede hacerse. Observamos una correspondencia entre el pensamiento materno y el de su mujer. Como cosa de destino Celan “elige” una compañera, en estos temas, totalmente pesimista, igual que su madre.
Su matrimonio no fue exitoso. Gisèle padecía las infidelidades de Celan con la poetisa Ingeborg Bachmann.
En 1962 comienzan fuertes depresiones y estados delirantes que lo llevan casi a asesinar a su esposa. A partir de aquí, es internado en varias clínicas privadas desde las cuales escribe cariñosas cartas a su mujer y a su hijo Eric, cartas que son correspondidas.
Su primer poemario “Amapola y memoria” (1952) tiene un poema, prácticamente el más conocido, que se titula Todesfuge , que se traduce como Muerte en fuga o Fuga de la muerte que es una descripción del campo de Auschwitz-Birkenau.
Escribió también “Cambio de aliento” en 1967 y “Hebras de sol” en 1968. Adquiere como principal la lengua alemana, teniendo que enfrentar el conflicto de expresar la agonía judía justamente en la lengua del verdugo. Después de la segunda guerra mundial, el alemán era el idioma de los verdugos como si la lengua de Rilke tuviese la culpa del genocidio nazi. En el poema A un lado de las tumbas Paul escribió:
“¿Me permites, madre, como ayer, ay, en casa,
la discreta, dolorosa, rima alemana?”
Celan aborda el problema metafísico de la destrucción, destierro y exilio en los campos de exterminio y su obra es un diálogo profundo con Heidegger y Adorno, quien lo consideraba uno de los escritores más grande de la posguerra junto a Samul Beckett.
Su vida, como vimos a grandes rasgos fue muy dura. Henri Michaux dice: “En él, lo que era grave, era demasiado grave”.
Encontramos en el poeta la vinculación entre el horror al holocausto y el surgimiento de la palabra poética. Su lenguaje, dice Theodor W. Adorno (quien en 1949 había afirmado que después de Auschwitz es cosa bárbara escribir un poema, aunque más adelante se retracta) es el lenguaje de las cosas muertas, de las piedras y de las estrellas.
Escribe otros libros además de los mencionados, como ser: “De umbral en umbral”, “La rosa de noche”, “De parte de la nieve”, por nombrar algunos.
Paul Celan, poeta nacionalizado francés, influido por el surrealismo y de quien el profesor Szondi dijera que había escrito en alemán algunos de los poemas más hermosos del siglo XX, textos que son una cicatriz de nuestro tiempo, deviene en sus últimos años en un hombre solitario, que se tortura con remordimientos y con culpas de las cuales nunca se repuso.
Una noche de abril de 1970, se arroja al Sena terminando con su vida.Nos queda su obra poética, obra de dolor y belleza transformada en palabra trascendida.
Fragmento de “Fuga de la muerte”
Leche negra del alba la bebemos de tarde
la bebemos al mediodía y de mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en los aires ahí no hay estrechez
Un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro Margarita
lo escribe y sale de la casa y relampaguean las estrellas
silba a sus perros aquí
silba a sus judíos allá manda cavar una tumba en la tierra
nos ordena ahora toquen música de baileLeche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro Margarita
tu cabello de ceniza Sulamita cavamos una tumbaen los aires ahí no hay estrechez.